Eliseo Santana A.
Cuando escuchamos las sirenas, a los ciudadanos se nos hace un
nudo en el estómago, temiendo que un amigo un familiar salga herido o muerto en
alguna balacera, y no porque anden metidos en malos pasos, sino porque sabemos
que una bala perdida, un sicario equivocado o un policía “indignado” por qué hirieron
a su comandante, puede matar a un inocente, es por eso que tememos, balas
vuelan frente a los kínderes con niños, persecuciones peliculescas en las
calles, carteles enfrentándose, policías mal entrenados y un procurador… muy
estudioso, pero poco efectivo.
Cuando escuchamos el ulular de las sirenas, tomamos el teléfono
para checar que nuestros seres queridos estén bien, que hayan llegado a casa.
Cuando escuchamos el aullar de las sirenas, se corta
nuestra respiración y el corazón se nos acelera.
Cuando escuchamos el ulular de las sirenas, toda la ciudad,
muere un poco.
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