BALCONEANDO
Por Alejandro Barañano
En el pasado -todavía hace
unos años atrás- los militantes de
los partidos políticos estaban perfectamente identificados debido a sus ideas,
acciones y convicciones, actitudes y comportamientos.
Recuerdo que estaban los de la derecha, los de ideas conservadoras,
allegados a la Iglesia y a los sectores patronales. Al otro extremo estaban los
de la izquierda, luchadores sociales, levantadores de la mano cerrada y
entonando frases como “éste puño sí
se ve” y muchas otras mientras
salían a tomar las calles como causa y fin.
En medio de ambos se podían apreciar a los llamados de centro donde
históricamente se colocó al partido que durante casi ocho décadas mantuvo
hegemonía electoral en este país, y
que por conveniencia sus dirigentes lo empezaron a deslizar hasta
autocalificarse como de centro-izquierda. Otros se movieron para
social-demócratas y así por el estilo.
Hasta que llegó un momento en que se fueron traspasando las delgadas líneas
y se comenzaron a mezclar las ideologías y verse como normal que los partidos
de izquierda se coaligaran o unieran con los de la derecha, y todo terminó siendo un batidillo que hoy
en día se convierte en una auténtica prostitución política.
Y es que los actuales actores políticos ya no distinguen de ideologías,
colores, siglas ni credos políticos.
¿Ejemplos? Pues hay muchos, porque
así les conviene a sus muy personales y particulares intereses; personajes que se movieron cuales feroces
depredadores como el ex diputado federal panista, Ernesto Ibarra Montoya, pero
que siempre por su afanosa búsqueda de ser candidato del color que sea se
acerca a quienes tanto criticaba para tratar de conseguir su maquiavélico objetivo.
Habría que recordar que buscó a los del Revolucionario Institucional, a
los del Partido Verde Ecologista de
México, incluso a los Partido del Trabajo cual mero y simple mercenario de la política, vendiéndose como
estratega y terminando por convertirse en un “engaña bobos”, y en cuyas
recientes apariciones se le había visto de la mano de Narciso Agúndez Montaño
sembrando con ello la semilla del odio, rencor y encono, lo que es su muy
peculiar especialidad.
Ahora, está en otro lado del espectro político, comienza a buscar acomodarse
en el equipo del Movimiento
Ciudadano, quizá su última morada
partidista que tiene.
Recordemos que Ernesto Ibarra
Montoya tuvo una aparición fugaz en
Los Cabos hace un par de años, cuando no tuvo empacho en rentarse como vil
golpeador de la administración municipal, buscando ayudar al tristemente
célebre ex gobernador Narciso Agúndez
Montaño para debilitar la figura de Arturo De la Rosa Escalante, y con ello, repuntar la figura de su
todavía protector para que éste obtenga de nueva cuenta el Ayuntamiento de Los
Cabos.
Pero al final el galeno no consiguió su propósito y perdió toda
credibilidad, por lo que Ernesto Ibarra
Montoya obtuvo su recompensa y como
pago a sus servicios prestados terminó convirtiéndose en un simple mercader de la salud con sus
farmacias y hospitales en la zona de Cabo San Lucas.
Ahora, de nueva cuenta aparece en el escenario pero con algo que
faltaba por ver: Cobijarse bajo la
franquicia de Movimiento Ciudadano;
demostrando una vez más que se anda ofreciendo al mejor postor, es decir, que le
da lo mismo irse a la derecha, a la izquierda, con los radicales, con los
moderados o con quien sea pero que sea el que ofrezca más.
Pero al igual que Ernesto
Ibarra Montoya hay varios que se
dicen verdes, rojos, amarillos, naranjas, turquesas, azules, blancos y hasta de
negro pasado. Por lo que parece que hoy la moda es que no haya distingo de
colores, ideologías, siglas o partidos, por lo que parece que vivimos una época
de prostitución política y venderse al mejor postor, o sea, al quien les
ofrezca más; por lo que mejor quien
esto escribe seguirá BALCONEANDO. .
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