BALCONEANDO
Por Alejandro Barañano
La prensa ha estado haciendo diversas críticas a la jefa de Gobierno de
la Ciudad de México, Claudia
Sheinbaum, por no defender la
libertad y no cuidar los derechos de sus gobernados, y esto se deriva por
abandonarlos ante la violencia de los grupos radicales infiltrados en marchas
para generar caos e ingobernabilidad.
Tan tibio ha sido el proceder de los gobiernos de Morena –tanto federal como el de la Sheinbaum- que han preferido que se destruyan
monumentos, comercios, restaurantes, vehículos, incendien edificios y sean
dueños de las calles durante las horas que deseen, porque aplicar la ley para
ellos –según han dicho- generaría
más violencia.
Y es que la racional de Claudia Sheinbaum
asegura que si aplican la fuerza
para evitar desmanes y hacer respetar la Ley, la respuesta que tendrán será un
bumerán de mayor violencia aunado a las críticas de ser un gobierno represor, tal
y como solían calificar a la autoridad cuando eran oposición. ¿Qué tal, en manos de quien estamos?
Pero ahora que están del otro lado y que están atrapados por la
realidad de ser autoridad o antisistémicos, “se dan cuenta” que estos
grupos solo buscan, literalmente, que haya muertos porque así alimentan su
causa, pero el problema es que al ser gobierno la inacción tiene consecuencias
políticas y lejos de desactivar el problema con los anarquistas los fortalecen.
Existe un informe del Cisen -hoy
Centro Nacional de Inteligencia- que
identifica a 17 grupos anarquistas en el país: Acampanada Revolución, Bloque Anarko Sur, Bloque Anarko Norte, Bloque
Autónomo Libertario Xalapa, Bloque Negro Aguascalientes, Bloque Negro
Anarquista, Casa en Movimiento Chanti Ollin, Células Autónomas de Revolución
Inmediata “Praxedis G. Guerrero”, Centro Social Okupado Casa Naranja, Colectivo
Autónomo Magonista, Coordinadora Estudiantil Anarquista, Cruz Negra Anarquista,
Federación Anarquista de México, Frente Oriente, Miserables Libertarios,
OkupaChe y Reacción Salvaje, vinculado a radicales ambientalistas.
También se sabe que los grupos anarquistas son más serios de lo que
intentan hacer creer la gente de Andrés
Manuel López Obrador y de Claudia Sheinbaum, y no tienen nada que ver con los “conservadores” como dicen.
El artilugio retórico está en sus mismas contradicciones, pues algunos
de esos grupos tienen ramificaciones con el Movimiento de Regeneración Nacional y otros de sus “intelectuales
orgánicos” asesoran informalmente a varios
miembros del equipo del presidente.
Parece mentira que los inmaculados próceres de la Cuarta Transformación quieran tapar el Sol con un dedo, pues se sabe que los grupos de
choque denominados “anarquistas” se preparan para sus incursiones violentas
con una serie de implementos que pueden ser fácilmente identificables.
Entre las características más notables, es que estos grupos normalmente
atacan con mochilas en la espalda, en donde regularmente llevan una muda de
ropa y objetos para realizar daños como palos, tubos y martillos. Además los
integrantes de los grupos de choque se cubren el rostro, llevan un paliacate
para protegerse de inhalar gases y utilizan refresco de cola para contrarrestar
los efectos del gas pimienta.
Suelen utilizar zapatos de seguridad con suela antiderrapante y en
algunas protestas se ha detectado el uso de pistolas de agua que presuntamente
llenan con gasolina; y una vez que se cambian de ropa –después de cometer sus tropelías- se dispersan entre la multitud y cargan con diversos botes de pintura
en spray para hacer pintas en las paredes. Además de todo esto usan
encendedores para generar fuego con la misma pintura en lata.
Todos estos aspectos deberían de tenerse y tomarse en cuenta, pues en
una democracia los ciudadanos tenemos el derecho de exponer nuestra
inconformidad ante actos arbitrarios de las autoridades, la corrupción o los
gobiernos que no responden a las necesidades del pueblo, pero esto no debe ser
una patente de corso para perturbar el orden y causar destrozos en perjuicio de
terceros; por lo que mejor quien esto escribe seguirá BALCONEANDO. . .
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