BALCONEANDO
Por Alejandro Barañano
Cuando se construía el Movimiento de Regeneración Nacional todo parecía
ir viento en popa, y mucho más al observar los primeros resultados
electorales no sólo al nivel presidencial, sino en prácticamente toda la
pirámide política en México, comenzando por los ayuntamientos y pasando por
ambas Cámaras del Congreso de la Unión.
Así, la derrota de los contrincantes resultó abrumadora. Y sin
embargo en tiempos posteriores a la primera elección con la presencia de ese
partido en diversos sondeos y encuestas, MORENA
parecía todavía consolidar su fuerza electoral, siendo un fenómeno que se
presentaba al margen de “chanchullos” y de las consabidas trampas electorales
muy presentes en las anteriores elecciones mexicanas, y que parecían haber
echado en México sólidas raíces, hasta la llegada del partido magenta.
Sin embargo en los últimos tiempos comenzaron a escucharse al interior
de MORENA insatisfacciones y críticas que no podían pasarse por alto. Las
flechas inequívocas se lanzaban en contra Yeidekol
Polevnsky, a quien se señaló debió dejar su plaza en funciones de
presidenta del instituto político desde el 20 de noviembre último, coincidiendo
en esto último diferentes dirigentes tal y como sucedió con el presidente de la
Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, Héctor Díaz-Polanco.
Además, se debe decir que el Consejo Nacional encabezado nuevamente por
Bertha Luján, es el órgano que tiene la facultad –inclusive- de nombrar una
dirigencia provisional que se encargue exclusivamente de conducir a MORENA en
tanto se repone el proceso interno y se nombra a quien lo presidirá por los
próximos tres años. ¡Así las cosas!
Y es que basados en los artículos transitorios 6, 7 y 8 de los
estatutos partidarios se impide que continúen en el cargo los miembros del CEN
de MORENA, las dirigencias estatales y el Consejo Nacional después del 20 de
noviembre pasado; y lo escrito, escrito está, y ni para donde hacerse.
Ahora el mayor problema consiste en resolver acuerdos para renovar la
directiva, y que hasta ahora ha sido imposible por la negativa más que
sospechosa de la supuestamente dirigente Yeidekol Polevnsky, la cual
siempre sacando más y más argumentos objeta la renovación queriéndose aferrar al
puesto todo lo que puede.
Por todo ello es evidente que el Movimiento de Regeneración Nacional pasa
por una crisis en lo inmediato, y de su resolución dependerá que se
mantenga como fuerza dominante o no.
Y lo digo porque los enfrentamientos que se han dado no sólo
en el Senado de la República sino dentro del partido y del mismo aparato
gubernamental dañan gravemente a MORENA sin duda alguna, ya que se desatan
los intereses personales y se pierde la mística de servicio que se supone había
inspirado Andrés Manuel López Obrador.
Aunque haya quienes quieran negar
que las pugnas que se han desatado y que
han trascendido al exterior del partido dañan gravemente su imagen ante la
opinión pública, se está frenando su desarrollo justo en el momento en que
debería estar solidificando su estructura y redefiniendo su papel.
Por lo que si persisten los enfrentamientos y la incertidumbre se verá
severamente afectada la operatividad de MORENA justo en el momento en que va a
ser más necesaria su cohesión y eficacia, pues no hay que olvidar que la
oposición hará todo lo que esté a su alcance para detener el avance de la
llamada Cuarta Transformación, sobre
todo cuando se percibe con toda claridad el carácter personal de los intereses
en juego que muchos morenistas demuestran tener, tanto en lo nacional como en
el ámbito local.
Por ello el problema es que numerosos partidarios de MORENA coinciden
plenamente con los enfoques y análisis anteriores, sin que esta preocupación
encuentre el mínimo eco en la actual directiva que no parece estar muy interesada
en consolidar ni ampliar la fuerza política y electoral del partido.
Es una pena, pero parece que se
repetirán algunos síndromes políticos del pasado, precisamente por los que ha
luchado en contra el Movimiento de
Regeneración Nacional.
Naturalmente que los militantes auténticos abrigan todavía la esperanza
de que la cuestión se resuelva adecuadamente, y que está sea por vía de un
diálogo y una negociación sin trampas ni dobleces. La pregunta es: ¿Lo consentirá ahora la señora Polevnsky? Pues es absolutamente necesario porque de
otro modo más que una derrota política sería una verdadera vergüenza; por
lo que mejor quien esto escribe seguirá BALCONEANDO.
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