domingo, 19 de junio de 2016

EL NEWBERN UN BARCO ADMIRABLE.


Por: Eliseo Santana A.

Quienes han leído mi relatos se habrán dado cuenta que tengo cierta “fijación” en nuestra historia marina, poseo una buena colección de fotografías de barcos que navegaron por nuestros mares californianos, también recopilo y ordeno información relativa a esto, no lo hago intencionalmente, sino cuando indago en la red cualquier otra cosa, leo, veo una película etc. algo me lleva a encontrar lo que no busco, pero encuentro.

Así que, como siempre me sucede en estos casos, me encontré un viejo libro escrito por José María Barrios de Los Ríos en el siglo XIX, pero publicado hasta 1908, ya en el siglo pasado, el XX.

José María Barrios de Los Ríos, nos relata de manera elocuente y hasta con un toque poético su viaje a esta “extraña y desconocida tierra” californiana. Describe como era la ciudad de La Paz en las últimas décadas del siglo antepasado, las costumbres de sus habitantes, como era la gente, como vestían, que comían etc., claro desde su punto vista muy particular, muy citadino, todo es interesante, pero esto será material para otra entrega donde analizaremos su libro.
 
Barrios de Los Ríos narra, como parte del puerto de Mazatlán Sinaloa rumbo a nuestro puerto; aquí les transcribo de manera textual como cuenta su llegada al muelle del puerto de  La Paz:

En el puerto es raro que se encuentren a la vez fondeados dos o más barcos de alto porte, pero tiene constantemente surtos multitud de pequeños pailebotes, balandras, lanchas de cabotaje y canoas y botes pescadores, por entre cuyas filas avanzamos hasta el muelle. Este se prolonga muy poco mar adentro, y su ancha calle se halla coronada de gente. Una multitud de chiquillos y mujeres acostados a lo largo de la playa encaramados en los balconcillos de madera, ó desde los corredores y azotehuelas de las calles altas, agitan sus pañuelos saludando la embarcación; y los tripulantes del cariñoso barco, corresponden con igual agasajo la simpatía de los porteños. A cierta distancia del muelle suena el escoben de cadenas del ancla, y en medio de un silencio á que prestan magestad el océano, las riveras y las montañas, entona el Newbern por tres veces su saludo triunfante.

A su ronco silbato contestan dos o tres vaporcitos remolcadores; y la gente de la ciudad en profusa aglomeración de botes y falúas, acuden a bordo con expectación de nuevas felices.” (Fin de la cita)

¿Se imaginan ese momento? yo quiero creer que mis bisabuelos estaban ahí, en la playa mi bisabuela Ramona Avilés con un pañuelo blanco de seda saludando, dando la bienvenida, y mi bisabuelo Macario Agruel, marino que probablemente en esa época estaba en algún pailebot o balandra saludando la llegada del barco agitando su gorra marinera.

Pero eso… es otra historia.

Lo que llamó mi atención cuando leía, fue el nombre del barco que llegaba, EL NEWBERN, no tenía la menor idea de su existencia, así que como comenté al principio, me intrigan, me gustan los barcos, así que quedé interesado y me dediqué a investigar a este vapor, El Newbern, y para mi sorpresa… sí que tenía historia, participó en una guerra, trasladó “tesoros”, personajes importantes, fue acusado injustamente de “asesinato” y finalmente por una falla humana naufragó, aquí trataré de contar su historia de manera concisa (muy difícil por la vastedad de datos) y buscando relatar solo los hechos que se relacionan con nosotros, nuestra tierra, pues un relato de toda su existencia sería demasiado extenso.

En 1862, fue construido por la firma C & R Poillon en Brooklyn. N.Y., medía 198 pies de eslora, tenía una viga de 29 pies, su capacidad era 943 toneladas brutas, impulsado por un motor de vapor de 250 caballos de fuerza que quemaba carbón; durante la guerra civil estadounidense el gobierno lo adquiere, y lo nombra USS United States; durante la conflagración navegó en la costa oeste norteamericana, el USS United States fue capturado y utilizado por la Armada confederada (Esta parte de su historia es confusa).


Al terminar la guerra civil  fue adquirido por Hartehan & Wilson, sus nuevos propietarios le cambian el nombre por el de “E”, ¿corto verdad?, en esa época fue su capitán Eugene Freeman; tiempo después en 1869 navegaba por aguas del pacifico con base en San Francisco California, y su capitán era un tal Metzger; sus rutas incluían los puertos mexicanos del mar de Cortés o golfo de California.

En 1871, el Newbern se vendió en Capt. George A. Johnson, de la compañía Colorado Navigation Co., que siguió con las provechosas  rutas (con parada en los puertos mexicanos de la Paz, Mazatlán y Guaymas) que obtenía altos beneficios del comercio con Nevada y Arizona, ahora accesible a través de Puerto Isabel Sonora, en la desembocadura del río Colorado, donde se transbordaban pasajeros, mercancías y productos de California a Nevada y viceversa; cuatro vapores de río, recorrían la ruta fluvial, para que se den una idea de lo que se movía a través de estos barcos en un año comparto lista de productos y cantidades, solo del año 1875 , solo de Nevada a California, la cantidad de carga enviada fue:

Minerales - 1.000 toneladas.
Lana - 60 toneladas.
Mercancía general - 60 toneladas.
Cueros - 6.170 toneladas.
Pieles - 1.400 toneladas.
Way Freight - 1.440 toneladas.
También una gran cantidad de lingotes y otros artículos.

Lo que recibieron desde San Francisco Cal. (no tengo el dato).

En 1878, el barco fue vendido a John Birmingham, fue remodelado con nuevos motores y calderas en San Francisco en 1878 y el 14 de julio de 1888, se vendió a la unidad Oregon Mejora Co. Los nuevos propietarios del buque designaron capitán a John Von Helm.

Ya platicamos “mucho” del barco, ahora enfoquémonos en otras cosas.

En El Newbern como ya vimos se transportaban distintas mercancías y personas en esta parte del pacifico mexicano, y entre los pasajeros destacados que estuvieron en La Paz en el siglo antepasado estaba, Ángela Peralta.

Ángela Peralta visitó y cantó en nuestro puerto poco antes de su muerte en Mazatlán Sinaloa,  y para entrar en contexto, he aquí algo de historia de una de las mejores cantantes del mundo en su época:

María de los Ángeles Manuela Tranquiliza Cirila Efrena Peralta Castera; que era su nombre completo, nació en el seno de una familia pobre, en la Ciudad de México, aun así, desde pequeña destacó por sus aptitudes en el canto, fue descubierta y recibió educación musical adecuada, durante su carrera artística recibió varios “apodos” el más conocido fue “El Ruiseñor Mexicano”, la prensa europea la nombro: “Angelica di voce e di nome” (Ángel de voz y nombre).

El primer rey de Italia, Víctor Manuel II y su esposa la invitaron a actuar en Turín y después de eso, prácticamente toda Europa, Nápoles, Génova, Roma, Florencia Lisboa, París, Barcelona, Madrid, en el medio oriente  El Cairo, Alejandría, San Petersburgo; en América, estuvo en Nueva York y La Habana, y desde luego México, también cantó ante Maximiliano y Carlota durante la intervención francesa en México.
 
Su vida profesional era un éxito, no así su vida sentimental, los registros de esto no están claros, pero en Europa terminó casándose con un primo de ella, que muere tiempo después recluido en un sanatorio mental.

En la década de 1870 inició una relación amorosa con el empresario Julián Montiel y Duarte, situación que produjo un escándalo; la rancia élite social de la ciudad de México obstaculizó sus presentaciones.

 En 1883, con los problemas que había tenido y con una situación financiera difícil, decide iniciar una gira por el norte de México con su compañía de cantantes de ópera italiana.

Fue en el trayecto de esta gira donde llega  a La Paz, ahora Baja California Sur, procedente de Guaymas Sonora, y fue en La Paz en donde cantó por última vez en el escenario.

 Maria di Rohan, es el nombre de la opera que interpretó; es una ópera trágica en tres actos con música de Gaetano Donizetti y libreto en italiano de Salvatore Cammarano, basado en Un duel sous le cardinal de Richelieu, les anexo una interpretación moderna de dicha obra para que se den una idea de lo que sucedió en nuestro puerto.


La información sobre su actuación en La Paz que recabé, dice que el evento tiene lugar en un teatro improvisado, un foso de arena en desuso (no tengo la menor idea de a qué lugar se refiere, ¿podría haber sido en un arroyo?, la compañía de opera se componía de alrededor de 80 integrantes, que la componían, cantantes, actores, músicos y tramoyistas, etc. mucha gente aun para los estándares actuales, ahora, imaginémonos ese día, de 1883, era el mes de agosto, hacía calor, en el “teatro” improvisado se había avituallado con todas las sillas y bancas que pudieron recabarse, a la derecha del escenario la orquesta de músicos italianos y su estirado director con engomados bigotes, estilo Dalí, con la batuta en la mano, listo para iniciar.

La elite porteña en primera fila, el jefe político, empresarios y sus señoras luciendo sus mejores galas, ataviadas con largos y elegantes vestidos, con manga larga color pastel, en su cuello  collares de perlas regionales,  algunas peinadas estilo “Gibson”,  otras con sombreros anchos, capelinas, delicados tocados de encaje y plumas y vistosas sombrillas.

Y claro, todas con fajas como accesorio indispensable para los trajes femeninos de moda en esa época, alrededor de la cintura, una manta llamada chirgate, sobre los hombros una pequeña manta a la que se le  nombraba liquiria, en el busto, un alfiler grande de oro o plata con cabeza de cascabel.

Y quiero suponer que mi bisabuelo Macario Agruel de 18 años en ese entonces, estaba ahí, y que se había puesto de acuerdo con mi bisabuela Ramona Avilés en la misa del pasado domingo para encontrarse en la función de ópera; ella por supuesto tuvo que ir acompañada por los tatarabuelos ( Francisco Avilés y Juana Beltrán), cuando Macario llegó le fue difícil encontrar un lugar cerca de Ramona; al llegar, ella le ofreció una discreta sonrisa, ocultándola de sus padres con el hermoso abanico de mano con cachas de carey e incrustaciones de concha de madre perla que llevaba, la ropa de ella no era tan suntuosa, era sencilla pero elegante; el, vestido con su uniforme de marino mercante, (Tiempo después sería capitán por muchos años de los barcos de la compañía Ruffo).

Regresemos con la diva, Ángela Peralta, después de su actuación en La Paz  ella se dirigió al puerto de Mazatlán Sinaloa.

 Desafortunadamente, Ángela Peralta murió en ese puerto, en el Hotel Iturbide. Tenía 38 años, pero algo extraño y macabro ocurrió en ese hotel, contaron algunos testigos, que se realizó una tétrica ceremonia, una boda in artículo mortis supuestamente solicitada por ella… y su amante Julián Montiel y Duarte.

La habitación del hotel estaba en penumbras, apenas iluminada por un par de quinqués, su mortecina luz iluminaba a duras penas a los que ahí estaban, la Diva yacía inconsciente sobre el lecho, su rostro había adquirido un color amarillento, sus  pálidos labios no tenían color y apenas se percibía su  débil respiración, la ceremonia de boda in artículo mortis dio inicio, uno de los testigos y amigo personal de Ángela llamado Lemus, se sentó a un lado de la cantante y como pudo, la medio sentó en la cama, ella no reaccionó, la ceremonia dio inicio, y cuando quien llevaba a cabo la ceremonia “le pregunto” a la Peralta, ¿Acepta por esposo al Sr. Julián Montiel y Duarte? Lemus quien era quien la sostenía, movió su cabeza de atrás a adelante para que pareciera que daba su consentimiento.

Ángela Peralta murió a la edad de 38 años, fue enterrada en Mazatlán, pero en 1937, sus restos fueron llevados a la ciudad de México y depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres.

Anexo dirección donde podrán escuchar una de las pocas grabaciones que existen de ella:  https://www.youtube.com/watch?v=fNlrP4ZGWOc 

El 14 de octubre de 1893  el Newbern navegaba al sur de San Diego, frente a las islas Coronado,  sin contratiempos, la mar era propicia era una travesía normal, como muchas otras que habían hecho, el capitán y su primer oficial Gallagher supervisaron de manera rutinaria la embarcación.

El capitán dio la orden a Gallagher para que a las 3:15 AM, cambiara rumbo, navegaban a 10 nudos y dentro de un cerrado banco de neblina, la visibilidad era cero, el barco hizo sonar su silbato de niebla, algunos pasajeros despertaron, otros apenas lo notaron, el timonel nervioso por la falta de visibilidad a pesar del frio, le sudaban las manos, el primer oficial apretaba entre sus dientes su pipa de espuma de mar y arrojaba más humo que el propio barco; no le gustaba navegar en esas condiciones, prefería las tormentas a la neblina.

 3:08 AM, siete minutos más y cambiarían de rumbo,
Suena de nuevo el silbato, ordenó a un marinero que también estaba de guardia, BUUUOOOOOO, el ronco sonido debió escucharse lejos, no vaya ser y un despistado se nos incruste  en el costillar, dijo Gallagher y soltó una sonora carcajada.

3:09 AM, seis minutos para cambiar de rumbo,
-¿Y vas a regresar con nosotros en el siguiente viaje John? escuché que querías retirarte.

-No señor, no me quiero retirar aun, regresaré el próximo viaje, aun no reúno el suficiente dinero como para poner el negocio que deseo, señor.

3:10 AM cinco minutos para cambiar de rumbo,
John abrió sus ojos desmesuradamente, una obscura mole se arrojaba sobre el barco, el casco del barco crujió, las rocas lo habían penetrado y herido de muerte el Newbern “gritaba” agónico, su ronco silbato exclamaba avisando a sus tripulantes y pasajeros que era hora de abandonarlo, se hizo tocar con rudeza la campana de abordo, tang, tan, tang, tañía con fuerza la campana;  la tripulación era eficiente y valiente, de inmediato se pusieron a trabajar en salvar a los pasajeros, la escena era tragicómica, señoras en paños menores; señores con batones blancos como piyamas y con gorros como de duende con una mota en la punta; el barco escoraba, la maniobra de rescate fue un éxito, afortunadamente estaban pegados a la costa y la mar estaba en calma, los pasajeros ilesos, fueron llevados a tierra firme, en menos de una hora la bodega estaba llena de agua.

El capitán le ordenó a un sobrecargo que fuera a  Redondo Beach a solo 13 millas de ahí  a dar aviso de lo sucedido para que les prestasen ayuda, mientras tanto armaron un pequeño campamento para esperar a los rescatadores; más tarde, la compañía minera El Redondo Co. envió carruajes en ayuda de los pasajeros y la tripulación del Newbern.

Aun después de eso, tuvieron tiempo de rescatar el correo y casi la totalidad de su carga principal, lingotes de plata, todos ellos, menos dos fueron rescatados.

Días después, buzos encontraron los dos lingotes faltantes, pero los intentos de rescatar al maltrecho buque fueron en vano, las olas hicieron su trabajo, destrozándolo y arrastrando el pecio a aguas más profundas.


Después del naufragio mucho se discutió de la responsabilidad del capitán John Von Helm y su segundo, Gallagher, en este, aunque ambos fueron absueltos se llegó a la conclusión que fue una falla en el reloj de abordo lo que ocasionó el accidente, tan fue así que la misma compañía propietaria del barco, contrato de nuevo al capitán para que comandara la nueva nave que adquirieron para substituir al  Newbern.

Este es pues,  el “corto”  relato de la vida y peripecias de un extraordinario barco que tocó nuestro puerto el siglo antepasado (XIX). El Newbern… un barco admirable.

Fuentes:
El país de las perlas y cuentos californios de José María Barrios de Los Ríos
Sombrerete, biblioteca Esterciana.
Guía Familiar de Baja California 1700-1900 de Pablo L. Martínez
Historia general de Baja California Sur: La economía regional
De: Dení Trejo Barajas, Edith González Cruz
BUNKER, Steven B., «Consumere of good taste: Marketing Modernity in Northern Mexico, 1890-1910», Mexican Studies/Estudios Mexicanos, Vol. 13, núm. 2, Summer, Umversity of California, 1997.
HABER, Stephen H., Industria y subdesarrollo: la industrialización de México, 1890.
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