BALCONEANDO
Por Alejandro Barañano
En junio del 2021 hay elecciones intermedias en México, en las que se
renovará la Cámara Baja del Congreso de la Unión, y el Movimiento de Regeneración Nacional, o sea el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador,
tiene el reto de mantener la mayoría que ostenta desde el 2018.
Para muchos el principal activo político de Morena es el propio
presidente, pero con su manejo de la pandemia parece estar minando sus
posibilidades de éxito; y es que a
estas alturas de la explosión del Coronavirus ya todos sabemos que los países
enfrentan un doble desafío: el de salud y el económico.
En lo que toca a la salud, algunas zonas de México están aún en la
parte ascendente de la curva de contagios y muertes, pero a Andrés Manuel López Obrador ha sido sumamente optimista y ha dicho que
México está logrando domar la pandemia. Sin
embargo, el relato del personal médico en la primera línea contra el Covid-19
contradice el discurso oficial: ya
están rebasados, no hay ventiladores, colapsan por falta de recursos, siguen
sin tener guantes ni tapabocas suficientes y han muerto poco más de 48 mil
personas en el país.
Y lo peor aún por venir, pues los saldos políticos del manejo sanitario
están por dirimirse y dependerán del resultado final de contagios, muertes,
hospitales rebasados y la percepción que tenga la ciudadanía sobre la actuación
del gobierno en la pandemia. O sea,
no la tiene nada fácil.
A diferencia del golpe a la salud, la crisis económica parece gozará de
una vida mucho más extendida, y si sigue
siendo cierto que la gente vota con el bolsillo esto debería representar un
foco rojo político para el gobierno del tabasqueño, pues la elección para validar la mayoría de Morena en la Cámara de
Diputados convergerá justo con una crisis económica mayúscula.
Pero según su promesa, los programas sociales o de Bienestar –esos que maneja en la entidad
Víctor Manuel Castro Cosío- llegarán
a la población más pobre del país, pero no hay ninguna evidencia de ello porque
al asumir la Presidencia de México
eliminó el programa de apoyo a los más pobres que operaba desde hacía 25 años y
lo sustituyó con subsidios focalizados a jóvenes desempleados que no estudian,
adultos mayores, madres solteras y otras poblaciones vulnerables.
Su otro pilar de recuperación económica son las megaobras de
infraestructura como la Refinería Dos Bocas, el nuevo aeropuerto o el Tren Maya,
y que ha señalado serán generadores de empleos pero que han sido cuestionadas
por analistas, inversionistas y ciudadanos.
Además a contracorriente del mundo, Andrés Manuel López Obrador
se ha negado a apoyar a los empresarios como estrategia para preservar los
empleos. Para él, ser empresario es
sinónimo de delincuente impune. Es alguien que se volvió multimillonario porque
se coludió con gobiernos del pasado.
Pero para su mala fortuna olvida que el 72 por ciento de los empleos formales los crean pequeñas y medianas
empresas; que existen casi millones de taquerías, estéticas, tiendas de
abarrotes, talleres mecánicos, papelerías, cuyos dueños son empresarios y no la
caricatura que imagina el presidente,
personas que viven al día sin lujos excéntricos ni historias de corrupción, y
que sin apoyo gubernamental no van a superar la pandemia.
Curiosamente fueron esos pequeños y medianos empresarios a los que no
está lanzando un salvavidas, y esas personas de bajos recursos a las que ya no
está garantizando un ingreso mínimo, los que votaron por él en la elección
presidencial de 2018. Y su desdén por
estos grupos le puede representar un costo político de cara a la elección
intermedia de 2021. Tiempo al
tiempo.
Su popularidad ya venía en declive en los meses previos a la pandemia y
las encuestas marcan que ha perdido votantes de clase alta, clase media, con
licenciatura y que viven en zonas urbanas o como los empresarios a los que no
quiere ayudar.
Con esto está visto que el presidente Andrés Manuel López Obrador
se ha vuelto su opositor más eficaz para las elecciones del próximo año, ya que
nadie, absolutamente nadie le ha hecho más daño a su proyecto que él mismo;
por lo que mejor quien esto escribe seguirá BALCONEANDO. . .
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