BALCONEANDO
Por Alejandro Barañano
Ayer estuvo de “gira
artística” por la Ciudad de México
el todavía delegado de los Programas Federales en Baja California Sur, -esto junto con un sequito de acompañantes-
ello a pesar de que en tiempos de pandemia no se le vio a Víctor Manuel
Castro Cosío apoyando a quien realmente lo necesita, y mucho menos se le ha escuchado
decir cómo se está utilizando el Censo del Bienestar desde donde se entregan los
cacaraqueados créditos y apoyos que presuma otorga, situación que es falaz
porque no existen datos oficiales ni tampoco a quiénes se censaron, y mucho
menos los detalles del mismo e incluso quienes son las personas registradas.
Tan es cierto todo esto que la Coordinación de Programas para el
Desarrollo de la Oficina de la Presidencia, -a cargo del Censo de Bienestar- ha rechazado tajantemente tener información sobre la dependencia que
opera Castro Cosío; mientras que la Secretaría del Bienestar insiste en
respuestas vía transparencia que solo esa coordinación tiene como datos
oficiales.
Sin embargo lo anterior, no existen datos públicos que permitan
realizar un verdadero ejercicio de transparencia y mucho menos conocer
quiénes son a ciencia cierta las personas censadas, mucho menos los resultados obtenidos
del Censo
del Bienestar o que metodología se utilizó para su realización.
Si se indaga – como lo hemos
venido haciendo- en enero y febrero
de este año la Coordinación General de Programas para el Desarrollo – a cargo de Gabriel García Hernández-
dio a conocer que no contaban con información sobre cuántas personas habían
sido censadas, de qué localidades, municipios y estados eran; información exacta
sobre sexo, edad y ocupación de las personas encuestadas, o recursos ejercidos
para implementar el trillado Censo del Bienestar.
Tan así que la respuesta que ha venido dando una y otra vez “El Puchas” –como le dicen a Víctor Castro Cosío sus allegados y uno que otro
llevado- ha sido no contar con una
estructura operativa a su cargo, o sea que no ha podido integrar, mantener y
actualizar un sistema de información con los padrones de beneficiarios de
programas sociales de la Administración Pública Federal, lo que genera
muchas suspicacias y dudas por la mala fama que rodea el vetusto jubilado.
Y es que aparte de no contar con información fidedigna sobre las
personas censadas, tampoco existen datos exactos sobre recursos públicos
ejercidos o las partidas presupuestales aplicadas, mucho menos como se manejan
los recursos al interior de la oficina que se ubica en el cruce de las avenidas
Las Garzas y Colosio de la ciudad capital, y eso es preocupante.
A nivel central la Secretaría
del Bienestar y la Coordinación General de Programas para el Desarrollo
han indicado que para conocer los recursos públicos ejercidos en este ejercicio
es necesario consultar a la Secretaría de Hacienda; pero esta
instancia respondió vía transparencia que no contaba con información y además
sostuvo que el Artículo 4 de la Ley
Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, señala que los
ejecutores del gasto son los encargados de rendir cuentas por la administración
de los recursos públicos, y en el caso
concreto de “El Puchas” se sabe que ha negado entregar los datos y
aunque diga que no, prueba palpable y concreta hay de ello.
El problema de todo esto es que con la emergencia por el Covid-19, el
gobierno federal ha insistido que el Censo del Bienestar será la base para repartir
los apoyos, aunque a la fecha –como
ya dijimos- no se conozcan datos concretos
sobre este ejercicio, ni cómo se realizó, ni cuánto costó o quienes son realmente
las personas inscritas, ello y a pesar de que ayer “El Puchas” estuvo de “gira artística” por la Ciudad de México
perdiendo el tiempo y sin aclarar nada de todo lo antes marcado; por
lo que mejor quien esto escribe seguirá BALCONEANDO.
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