Durante la sesión pública de este jueves 20 de junio, en el
Congreso del estado, el diputado Ramiro Ruiz Flores, pareciera que lanzó varias
“pedradas”, cuando dijo que “un punto central de las campañas políticas y que
el ahora presidente de México refrenda como uno de los pilares de su
administración, es el combate a la corrupción”, dos que tres legisladores
sintieron pasos en la azotea, y casi al instante, como decimos popularmente,
sentían que el casco protector, no detenía este lanzamiento de una bola recta,
como coloquialmente lo diría Andrés Manuel López Obrador, y se notó de pronto,
que resintieron ese latigazo.
En sí, el documento leído en la
máxima tribuna del congreso local por el diputado Ruiz Flores, sirvió para
lanzar un llamado a los actores políticos de las tres instancias de gobierno,
para combatir la corrupción y a respetar al pueblo sudcaliforniano, y que
ningún funcionario -casi lo señalaba, ningún diputado o diputada- debe vulnerar
los derechos de ciudadanos como de los trabajadores -recordando ese reglamento
laboral punitivo en contra de los empleados del propio pode legislativo, y que
un bloque de 9 diputados, echó por la borda-.
Pero desmenuzando ese discurso,
nos damos cuenta que, entre líneas, dice mucho más que eso, aunque no se
refirió a un personaje en especial, ni mucho menos citó nombres, el mensaje fue
claro y contundente desde el inicio, cuando afirma que “quienes asumimos el
mandato que la población nos otorgó -desde el primero de julio de 2018-,
debemos asumir de igual manera la intención de los miles de sudcalifornianos
que apoyaron el proyecto político que representamos, y este es a todas luces,
que las cosas cambiarán, la ciudadanía se manifestó de manera contundente
porque la situación y la forma de hacer las cosas dieran un giro significativo
dentro del quehacer público”.
“Quienes comulgamos con el
proyecto político que más allá de las siglas partidistas se engloba en el
concepto de la cuarta transformación del país, somos los más obligados a poner
todo de nuestra parte para que ese cambio que la sociedad reclama, se realice
para bien de los ciudadanos en su conjunto; uno de esos cambios fundamentales
que la ciudadanía exige y que muy acertadamente fue un punto central de las
campañas políticas y que el ahora presidente de México refrenda como uno de los
pilares de su administración es el combate a la corrupción”.
Este, es el punto medular del
mensaje al que Ramiro Ruiz se refiere, cuando en sus recorridos y contacto con
la ciudadanía escucha este tema de corrupción, y es cuando, afirma, “se nos
vienen a la mente los muchos y muy variados casos de malversación de los
recursos públicos, de las grandes fortunas que se han amasado al amparo del
poder, del despilfarro de los recursos económicos y materiales de las
dependencias de gobierno”.
Por citar dos casos, que
aclaramos no citó en su mensaje, también nosotros nos acordamos del conflicto
de interés de cierto diputado con su cuñada que provee de insumos de equipos de
computo y muebles para oficina, o del famoso “extravío” de los 337 mil pesos,
al que por cierto “aun no se localizan”, pero que todo mundo sabe quién los
hizo “desaparecer”, y al que por cierto, pende sobre ese legislador, una
demanda penal para que responda por ese delito.
Pero como dice Ramiro Ruiz, “la
corrupción no se limita a esto, también al enriquecimiento personal del
funcionario de manera ilícita, porque la corrupción en sí, se refiere a la
actuación irregular del funcionario público -o representante popular, como los
casos señalados-, de la forma de proceder ilegal. Corrupción, también es actuar
por encima de la ley desatendiendo lo que la norma establece en cuanto tus
obligaciones y facultades; corrupción, es no atender las responsabilidades como
servidor público, así como corrupción, es actuar por encima de la ley asumiendo
facultades que la ley no le confiere al cargo que se detenta, eso, también es
corrupción”.
Por ello se refiere a lo dicho
por el Presidente de México, porque el no acatar el señalamiento de la norma
que rige su actuación, vulnerar con pleno conocimiento de causa los derechos de
ciudadanos y trabajadores, es corrupción- y que nos acordamos de ese reglamento
donde de manera punitiva y chantajista querían imponer a los empleados del
Congreso, obligándolos a aceptar a pie juntillas, so pretexto les quietarían
sus bonos y complementarias que con el tiempo, se han ganado-; y todavía más,
quien abanderó la defensa de los derechos de las personas, en el caso
particular de la izquierda que históricamente ha estado ligada a los derechos y
demandas de los trabajadores, que por este mismo hecho ha recibido el apoyo de
este amplio sector social, se corrompe, además de jurídica, éticamente cuando
va en contra de los postulados que dice defender, como el caso de no mentir,
que en este Congreso, se ha dado un día sí, y otro… también.
Por eso señala que es importante
tomar en cuenta que, “el cambio que el país requiere por parte de los
ciudadanos, pero sobre todo, de los servidores públicos, es un apego muy celoso
de la norma, pues poner en tela de juicio la validez de nuestro marco jurídico
vigente, creer que tenemos la facultad de decidir sobre qué ley y cuál no debemos
acatar, es caer en más de lo mismo, en lo mismo que se ha venido combatiendo y
lo que la ciudadanía ya no tolera más: funcionarios, servidores públicos, y
peor aún, representantes populares como es nuestro caso, que no respeten la
norma, que busquen imponer su particular punto de vista sobre instituciones que
no solamente tienen un orden jurídico que las regula, sino que además funcionan
gracias al esfuerzo de personas que tienen aspiraciones, que tienen derechos
como ciudadanos, como trabajadores y desde luego, tienen derechos humanos que
no pueden ser vulnerados de manera flagrante y déspota”.
El mensaje, claro que tiene una
dirección, y fue escuchado muy bien en ese recinto legislativo, pero ¿lo habrán
entendido esas personas a la cual iba dirigido? Porque es inconcebible que a
estas alturas de la vida política y jurídica del país, después de haber vivido
esa gran movilización ciudadana en contra del estado de cosas que privaban en
la nación y en nuestra entidad, exista personas que todavía no comprendan el
gran malestar ciudadano que se ha generado por esas irregularidades, y sobre
todo por la gran responsabilidad que implica atender un cargo público en la
circunstancia que se vive actualmente, y todavía resulta más inconcebible, que
quienes se dicen agentes del cambio, tengan una visión patrimonialista de la
función pública – o en el mejor de los casos, quieren legislar al capricho o al
interés de familiares, como ya se ha dado el caso y con una soberbia que les ha
caracterizado-, que en lugar de atender su encargo con la humildad que requiere
saberse servidor público y deberse al apoyo de la gente, por el contrario, siga
pensando que ser servidor público es una patente de corso para disponer a su
antojo de las herramientas humanas y materiales que el cargo les confiere para
atender con diligencia los asuntos públicos, y no solo eso, que consideran en
la más rancia y lacerante tradición política de nuestro país, que las leyes son
para que las cumplan los ciudadanos, pero no los funcionarios -como si tuviesen
fuero y los hiciese inmunes a la aplicación de la justicia o ser considerados
ciudadanos de primera, dejando al pueblo ser ciudadanos de segunda-, para quien
tiene esa mentalidad obtusa.
Las palabras fueron pronunciadas
con mucha claridad, y aquellos servidores públicos o representantes populares
que han violentado o faltado a la palabra del Presidente de la República, como
bien lo dice el diputado Ramiro Ruiz, no es un servidor público, sino un
simulador que está traicionando las expectativas ciudadanas y lastimando a las
instituciones al generar que las cosas sigan siendo más de lo mismo, por eso
preguntamos ¿cuál combate a la corrupción? ¿O es que existe impunidad en los
que llegaron con la bandera de combate a la corrupción, de ser honestos, de
transparentar el manejo adecuado de los recursos, de no atender los reclamos de
la sociedad u olvidarse de ella cuando están legislando como ha pasado con la
ley de movilidad?
El llamado fue puesto en el
escenario indicado, o será acaso que como las palabras del Presidente de la
República de no mentir, no robar y no traicionar ¡se las llevará el viento?
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