sábado, 22 de junio de 2019

LAS “PEDRADAS POLÍTICAS” LAPIDAN A POLÍTICOS CORRUPTOS







Por Bertoldo Velasco Silva

Durante la sesión pública de este jueves 20 de junio, en el Congreso del estado, el diputado Ramiro Ruiz Flores, pareciera que lanzó varias “pedradas”, cuando dijo que “un punto central de las campañas políticas y que el ahora presidente de México refrenda como uno de los pilares de su administración, es el combate a la corrupción”, dos que tres legisladores sintieron pasos en la azotea, y casi al instante, como decimos popularmente, sentían que el casco protector, no detenía este lanzamiento de una bola recta, como coloquialmente lo diría Andrés Manuel López Obrador, y se notó de pronto, que resintieron ese latigazo.


En sí, el documento leído en la máxima tribuna del congreso local por el diputado Ruiz Flores, sirvió para lanzar un llamado a los actores políticos de las tres instancias de gobierno, para combatir la corrupción y a respetar al pueblo sudcaliforniano, y que ningún funcionario -casi lo señalaba, ningún diputado o diputada- debe vulnerar los derechos de ciudadanos como de los trabajadores -recordando ese reglamento laboral punitivo en contra de los empleados del propio pode legislativo, y que un bloque de 9 diputados, echó por la borda-.

Pero desmenuzando ese discurso, nos damos cuenta que, entre líneas, dice mucho más que eso, aunque no se refirió a un personaje en especial, ni mucho menos citó nombres, el mensaje fue claro y contundente desde el inicio, cuando afirma que “quienes asumimos el mandato que la población nos otorgó -desde el primero de julio de 2018-, debemos asumir de igual manera la intención de los miles de sudcalifornianos que apoyaron el proyecto político que representamos, y este es a todas luces, que las cosas cambiarán, la ciudadanía se manifestó de manera contundente porque la situación y la forma de hacer las cosas dieran un giro significativo dentro del quehacer público”.

“Quienes comulgamos con el proyecto político que más allá de las siglas partidistas se engloba en el concepto de la cuarta transformación del país, somos los más obligados a poner todo de nuestra parte para que ese cambio que la sociedad reclama, se realice para bien de los ciudadanos en su conjunto; uno de esos cambios fundamentales que la ciudadanía exige y que muy acertadamente fue un punto central de las campañas políticas y que el ahora presidente de México refrenda como uno de los pilares de su administración es el combate a la corrupción”.

Este, es el punto medular del mensaje al que Ramiro Ruiz se refiere, cuando en sus recorridos y contacto con la ciudadanía escucha este tema de corrupción, y es cuando, afirma, “se nos vienen a la mente los muchos y muy variados casos de malversación de los recursos públicos, de las grandes fortunas que se han amasado al amparo del poder, del despilfarro de los recursos económicos y materiales de las dependencias de gobierno”.

Por citar dos casos, que aclaramos no citó en su mensaje, también nosotros nos acordamos del conflicto de interés de cierto diputado con su cuñada que provee de insumos de equipos de computo y muebles para oficina, o del famoso “extravío” de los 337 mil pesos, al que por cierto “aun no se localizan”, pero que todo mundo sabe quién los hizo “desaparecer”, y al que por cierto, pende sobre ese legislador, una demanda penal para que responda por ese delito.

Pero como dice Ramiro Ruiz, “la corrupción no se limita a esto, también al enriquecimiento personal del funcionario de manera ilícita, porque la corrupción en sí, se refiere a la actuación irregular del funcionario público -o representante popular, como los casos señalados-, de la forma de proceder ilegal. Corrupción, también es actuar por encima de la ley desatendiendo lo que la norma establece en cuanto tus obligaciones y facultades; corrupción, es no atender las responsabilidades como servidor público, así como corrupción, es actuar por encima de la ley asumiendo facultades que la ley no le confiere al cargo que se detenta, eso, también es corrupción”.

Por ello se refiere a lo dicho por el Presidente de México, porque el no acatar el señalamiento de la norma que rige su actuación, vulnerar con pleno conocimiento de causa los derechos de ciudadanos y trabajadores, es corrupción- y que nos acordamos de ese reglamento donde de manera punitiva y chantajista querían imponer a los empleados del Congreso, obligándolos a aceptar a pie juntillas, so pretexto les quietarían sus bonos y complementarias que con el tiempo, se han ganado-; y todavía más, quien abanderó la defensa de los derechos de las personas, en el caso particular de la izquierda que históricamente ha estado ligada a los derechos y demandas de los trabajadores, que por este mismo hecho ha recibido el apoyo de este amplio sector social, se corrompe, además de jurídica, éticamente cuando va en contra de los postulados que dice defender, como el caso de no mentir, que en este Congreso, se ha dado un día sí, y otro… también.

Por eso señala que es importante tomar en cuenta que, “el cambio que el país requiere por parte de los ciudadanos, pero sobre todo, de los servidores públicos, es un apego muy celoso de la norma, pues poner en tela de juicio la validez de nuestro marco jurídico vigente, creer que tenemos la facultad de decidir sobre qué ley y cuál no debemos acatar, es caer en más de lo mismo, en lo mismo que se ha venido combatiendo y lo que la ciudadanía ya no tolera más: funcionarios, servidores públicos, y peor aún, representantes populares como es nuestro caso, que no respeten la norma, que busquen imponer su particular punto de vista sobre instituciones que no solamente tienen un orden jurídico que las regula, sino que además funcionan gracias al esfuerzo de personas que tienen aspiraciones, que tienen derechos como ciudadanos, como trabajadores y desde luego, tienen derechos humanos que no pueden ser vulnerados de manera flagrante y déspota”.

El mensaje, claro que tiene una dirección, y fue escuchado muy bien en ese recinto legislativo, pero ¿lo habrán entendido esas personas a la cual iba dirigido? Porque es inconcebible que a estas alturas de la vida política y jurídica del país, después de haber vivido esa gran movilización ciudadana en contra del estado de cosas que privaban en la nación y en nuestra entidad, exista personas que todavía no comprendan el gran malestar ciudadano que se ha generado por esas irregularidades, y sobre todo por la gran responsabilidad que implica atender un cargo público en la circunstancia que se vive actualmente, y todavía resulta más inconcebible, que quienes se dicen agentes del cambio, tengan una visión patrimonialista de la función pública – o en el mejor de los casos, quieren legislar al capricho o al interés de familiares, como ya se ha dado el caso y con una soberbia que les ha caracterizado-, que en lugar de atender su encargo con la humildad que requiere saberse servidor público y deberse al apoyo de la gente, por el contrario, siga pensando que ser servidor público es una patente de corso para disponer a su antojo de las herramientas humanas y materiales que el cargo les confiere para atender con diligencia los asuntos públicos, y no solo eso, que consideran en la más rancia y lacerante tradición política de nuestro país, que las leyes son para que las cumplan los ciudadanos, pero no los funcionarios -como si tuviesen fuero y los hiciese inmunes a la aplicación de la justicia o ser considerados ciudadanos de primera, dejando al pueblo ser ciudadanos de segunda-, para quien tiene esa mentalidad obtusa.

Las palabras fueron pronunciadas con mucha claridad, y aquellos servidores públicos o representantes populares que han violentado o faltado a la palabra del Presidente de la República, como bien lo dice el diputado Ramiro Ruiz, no es un servidor público, sino un simulador que está traicionando las expectativas ciudadanas y lastimando a las instituciones al generar que las cosas sigan siendo más de lo mismo, por eso preguntamos ¿cuál combate a la corrupción? ¿O es que existe impunidad en los que llegaron con la bandera de combate a la corrupción, de ser honestos, de transparentar el manejo adecuado de los recursos, de no atender los reclamos de la sociedad u olvidarse de ella cuando están legislando como ha pasado con la ley de movilidad?

El llamado fue puesto en el escenario indicado, o será acaso que como las palabras del Presidente de la República de no mentir, no robar y no traicionar ¡se las llevará el viento?


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