Eliseo Santana A.
Las Tarabillas fue el lugar que este fin de semana visitamos.
Mar, arena y sol.
Mucho sol y tranquilidad, solos en una playa de varis kilómetros,
llegando lo primero que instalamos fue la sombra, bajamos las hieleras y nos
preparamos una doble Canana, aunque se hizo una discusión, porque mi cuñado
afirma que el nombre correcto es doble “canala”, cada nombre tiene su explicación y origen
aunque yo declare mi ignorancia en el tema, prometí investigar al respecto.

Nos dormimos temprano el sábado después de regresar de
pescar, prendimos una fogata, platicamos y bebimos “un poco”, instalamos un par
de catres de campaña fuera del toldo (para ver las estrellas) , en eso
escuchamos un extraño ruido… era mi hijo echándole aire a un colchón inflable,
con que estará inflando el colchón, pregunte a Luis, con el celular me dijo, ya
ves estos “cabrones” (refiriéndose a los jóvenes) usan el celular para todo
solo falta que les adapten un rollo de papel sanitario dijo… y soltamos la
carcajada, y claro que no, inflaba el colchón con una pequeña bomba de aire
conectada al encendedor del vehículo.
Aunque la luma no estaba llena esta creciente (llena para el día
28), su luz no permitía ver bien las estrellas intentamos identificar algunas,
Marte, aunque no es una estrella, destacaba frente a nosotros, a nuestras
espaldas creo que era venus (tampoco es estrella), los que veíamos muy
brillantes, el resto no pudimos apreciarlo bien… desperté como a las cuatro de
la mañana la luna ya había caído atrás de los cerros y el cielo era magnifico, podía
ver la vía láctea de manera clara y los millones de estrellas titilantes en el
fondo obscuro, me levante, fui a la fogata, atice el fuego y me puse a hacer café
de talega, cuando estuvo listo me serví una gran taza, encendí un cigarro y me
puse a esperar al rey, al rey sol que un poco más tarde saldría detrás de la
isla de Espíritu Santo iluminando todo, solo por ver las estrellas y el
amanecer había valido la pena el viaje, la pesca la dejaremos para otro día.
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