Por Azucena Meza
Independientemente de los resultados de cualquier
negociación, el liderazgo se hace valer, en la naturalidad de los actos y la
pertinencia de los tiempos. Se tuvo un proceso interno muy desgastante al
interior del Revolucionario Institucional durante el 2017, para la elección de
los representantes de los sectores y organizaciones, y de las dirigencias
municipales, así como la gran joya de la corona, según se decía en aquellos
recientes tiempos, es decir, la añorada dirigencia estatal.
Dió la sorpresa finalmente que ésta fuese conseguida por la
CROC, y con ello, colocar a la actual dirigente estatal GABRIELA CISNEROS,
compartiendo con el joven ANDRÉS LICEAGA, joven quien es filial del actual
SENADOR RICARDO BARROSO, (también de la estirpe del gobernador AGRAMONT), si,
así al estilo de las CLASES POLÍTICAS QUE LES GUSTA MANTENERSE EN EL PRI, dicha
negociación tomó por sorpresa a más de uno, pero también levantó las
expectativas por lo que representaría el que la CROC y su maquinaria de poder
es, cuya necesidad imperante para el PRI era inyectarle recursos de toda
índole.
Por cierto, la euforia para la construcción del famoso y
anunciado edificio del PRI, con todo esto del registro de las pre-candidaturas
y toda la efervescencia que ello representa, más los descalabros entre unos y
otros, por aquello de los que quedaron rezagados, seguramente estará algo
detenida, pues cada aspirante andará demasiado enrolado en sus comarcas
electorales.
Lo cierto es que, después de esa intensa dinámica de poder
por la que pasó el PRI, y seguido de las decenas de actos protocolares de tomas
de protestas, que dicho sea de paso, en esos eventos no hubo posturas que
trascendieran a la fecha, más allá de los escritorios de una administración
bajo una lupa que solo miraba a su interior, perdiendo de vista, su función
como partido político, fuera de las paredes del partido, como un partido
empoderado por las problemáticas sociales y ciudadanas del Estado, y hoy, que
el gran momento llegó, el más esperado para un partido político, su razón de
ser como institución, la hora de la verdad, de la competencia electoral, quedó
varada, esa Dirigencia Estatal que, cuyo gran acto de toma de protesta, AQUEL
PROTOCOLO DE IMPACTO CON OLOR A SATÍN, hoy en los terrenos de la verdad, del
ejercicio democrático cúspide, se está ausente, generando serios vacíos
mediáticos, posicionando más un discurso cuya parte medular es la interrogante
de la ausente. Vacíos que le cobrarán factura al partido, pues el gran
arranque, el gran registro, estuvo cimbrado por la falta de dirigencia.
Cuando el interés particular no perdona y trasciende y merma
al interés colectivo, la esencia de la política se corrompe, se desnaturaliza y
se desfigura el liderazgo que pudo alcanzar otras latitudes, eso mismo, está
pasándole a GABRIELA CISNEROS, aquí debió mostrar sus tablas como política. Sin
embargo, debe ser difícil volar cuando las alas tienen dueño.
No obstante, en en estos recientes días para los PRIISTAS, en
los actos de registro de las candidaturas para quienes aspiran ser gobierno, la
dirigencia estatal debió mostrar de qué está hecha, sus tablas políticas, y
como dirigente de partido, aquí es cuando debieron emanar los discursos de
consolidación y encuentro con la sociedad. Quienes quieren ganar, se muestran
ganadores, quienes quieren perder, se asumirán perdedores. La actitud del líder
sin duda o motiva a su gente, o desmorona a su colectivo, y jamás abandona la
nave, menos si tu eres quien maniobra el timón.
Pareciera que no logran entender en el PRI:
CUÁL ES LA FUNCIÓN DE UN PARTIDO POLÍTICO,
CUÁL ES SU FUNCIÓN DENTRO DE LA DEMOCRACIA, CUÁL ES SU
FUNCIÓN FRENTE A LA CIUDADANÍA,
CUÁL ES SU FUNCIÓN FRENTE AL GOBIERNO,
CUÁL ES SU FUNCIÓN COMO PARTIDO DE OPOSICIÓN.
Queda claro que callados no lograrán nada.
La ausencia de la Presidenta Estatal del PRI, GABRIELA
CISNEROS, es altamente revelador, en dos sentidos, en primera instancia, como
figura política está dando muestras que no da el perfil para maniobrar entre
los lobos, que no le alcanza el temple para hacer valer la responsabilidad que
tiene de dirigir a su Partido, que sin su presencia, solo logra cobijar el
discurso de la derrota.
Y en un segundo sentido, es claro que el SENADOR ISAÍAS
GONZÁLEZ CUEVAS, deliberadamente fue creando y elevando los bonos de la carta
de GABRIELA CISNEROS, para sus futuras negociaciones, le era necesario crear
fichas de cambio, figuras que le representaran un valor agregado a las
negociaciones electorales, para que a la hora de la hora, le alcance el subir
así a su HIJO ISAÍAS GONZÁLEZ NAVA.
Desde que la impulsó como candidata a Diputada Federal,
dirigente de las mujeres de la CROC, y esa alianza medio rara en principio con
las mujeres del grupo de Esthela, meramente circunstancial y de conveniencias,
lo cierto es que, GABRIELA CISNEROS fue pieza clave para el SENADOR, en efecto,
pero para lograr que se subieran sus bonos, ahora le alcanzó para la Dirigencia
Estatal del PRI, no obstante, el momento estratégico llegó, el de las
candidaturas, y nuevamente se contempló a GABRIELA CISNEROS en un inicio en
fórmula con VALDIVIA, sin embargo, como ya lo esperaba el propio SENADOR,
postular tanto a GABRIELA como al ISAIAS HIJO simultáneamente, sería
insostenible, o es ella o su HIJO NAVA. Claramente aquí llega la función por la
cual, el SENADOR creo esos bonos de GABRIELA con tiempo, finalmente para
convertirla en una carta de cambio.
Me queda claro como han utilizado a GABRIELA CISNEROS. La han
impulsado pero también, le ha faltado tomar su propio impulso, para hacer valer
sus propias decisiones, y no como mucho dejo a ver, que ANTONIO ORTEGA, es
quien finalmente hacia las maniobras políticas y hace, al interior de la
dirigencia del PRI, con la inspección ocular de ISAÍAS GONZALEZ NAVA hijo.
En esa practicidad política, de vieja guardia, se enrola en
éstos momentos el PRI. Creo que por ésta situación GABRIELA NO HA HECHO
PRESENCIA, quizás ya se dió cuenta cómo se ha ido trabajando su trayectoria y
para qué.
La ausencia de la presidenta en los procesos de registro,
solo reflejó un acto de suma inmadurez política y poco alcance de miras.
Es evidente que el cargo le ha quedado
grande. El líder no
abandona y crece en las circunstancias incluso cuando la coyuntura no le
favorece.
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