sábado, 30 de septiembre de 2017

JESÚS DIAZ GONZÁLEZ PRIMER COMANDANTE DE LA POLICÍA EN EL VALLE DE SANTO DOMINGO DURANTE EL PERIODO 1960-1965



Por: Lic. Miguel Suarez Reyes

Santiago Papasquiaro, un pueblo ubicado en las laderas orientales de la Sierra Madre Occidental en el estado de Durango, fue la querida tierra natal de Jesús Díaz González, tierra que vio por primera vez el 5 de febrero de 1925.


Aquí en este hermoso lugar las riquezas más sobresalientes eran sus recursos forestales, mineros y agrícolas, por lo tanto los padres de Jesús Díaz González al igual que el resto de los habitantes dedicaban la mayor parte de su tiempo a desarrollar actividades agrícolas para obtener los recursos económicos necesarios para el sustento de sus familias.

Jesús Díaz González el protagonista de nuestra historia aquí vivió su niñez al lado de sus padres Nicolás Díaz Vargas y Julia González Navarro, y fue poco a poco de acuerdo a su edad apoyando a sus padres en las actividades del campo.

Nicolás Díaz Vargas su padre tuvo una gran pasión por la música y de manera empírica se convirtió en un Arpista, por amor al arte hacia vibrar armoniosamente las cuerdas de su Arpa, Jesús Díaz González disfrutó siempre del talento de su padre.

Las personas de su pueblo lo invitaban cuando festejaban un cumpleaños, un bautizo, una fiesta familiar, una boda, etc. él acudía siempre con gusto con su Arpa a deleitar a los asistentes, si en su casa tocaba bien, en las ajenas lo hacía extraordinariamente mejor.



Sin embargo un día fue llamado a deleitar con su música a Dios nuestro señor, la partida de su padre fue un suceso que llenó de tristeza a Jesús Díaz González.

Siendo muy joven a la edad de 17 años y con deseos de forjar un mejor futuro por la difícil situación económica en el seno familiar, en compañía de su madre y de sus hermanos José, Ernesto, Javier, Antonia y Raúl, salieron de su pueblo Santiago Papasquiaro a un pueblo colindante conocido como Nuevo Ideal, Municipio de Canatlán, Durango.

Su primer trabajo fue en una panadería como ayudante de panadero y aquí aprendió el oficio que años más tarde en otras circunstancias de la vida fue necesario retomar.

En Nuevo Ideal a la edad de 18 años una bella joven oriunda de este lugar conocida como Ana María Rivera Villareal conquistó su corazón, al poco tiempo establecieron una bonita relación de noviazgo y contrajeron nupcias con la idea de formar una familia e iniciar una vida juntos.

Un día una oportunidad de trabajo fue la razón por la que Jesús Díaz González y su esposa pusieron su mirada muy lejos de su siempre querido y recordado Estado de Durango.

Jesús Díaz González en el año de 1943 se fue del Estado de Durango en el traslado que estaba haciendo el gobierno americano de mexicanos experimentados en el cultivo o bien de mano de obra inexperta para él mantenimiento de rieles de vías ferroviarias y eventualmente para cubrir otras labores especializadas o no especializadas.

El viaje lo realizó junto con un centenar de mexicanos más que fueron distribuidos en distintas regiones de Estados Unidos, lo anterior como parte del Programa Bracero Ferroviario (acuerdo laboral temporal debido a un intercambio de notas diplomáticas entre Estados Unidos y México, ante la necesidad de mano de obra durante la Segunda Guerra Mundial, en 1942)

Sin embargo buscando siempre el bienestar y protección de su familia tomó la decisión de que su esposa, su madre y hermanos se asentaran en Ciudad Juárez, Chihuahua, y él en compañía de sus hermanos José y Antonia se trasladaron hasta la Ciudad de Chicago, Illinois, así mientras él trabajaba en las vías de ferrocarril su esposa Ana María Rivera Villareal encontró trabajo en el Paso Texas a donde viajaba diariamente a desempeñarse como empleada doméstica con una familia de Judíos.

En esta esta época la vida les brindó la oportunidad de convertirse en orgullosos padres y con la enorme responsabilidad que implica la crianza de los hijos fueron consolidándose como padres de familia, contando siempre con el apoyo de la madre de Jesús Díaz González, quienes en muchas ocasiones se quedó al cuidado de sus pequeños nietos.

San Luis Río Colorado, Sonora fue también otra de las regiones donde Jesús Díaz González y su familia vivieron persiguiendo el sueño americano ya que continuaron trabajando en los Estados Unidos y obteniendo los dólares necesarios para sacar adelante a su familia.




Jesús Díaz González un hombre acostumbrado a entregarse a su destino, un día junto con otros compañeros emprendieron un viaje de San Luis Río Colorado al Valle de Santo Domingo, ya que habían tenido noticias que esta lugar se encontraba en pleno desarrollo económico, había trabajo y como consecuencia mucho dinero.

En el año de 1953 llegó por primera vez al Valle de Santo Domingo pero un año después regresó a San Luis Río Colorado por una parte de él que aquí se había quedado nos referimos a su querida esposa y sus hijos.

Viajaron a Topolobampo y ahí se embarcaron para llegar al Puerto de La Paz, Territorio de Baja California Sur. El viaje de la Ciudad de La Paz al Valle de Santo Domingo fue en un camión de redilas por el difícil camino de la terracería que los conduciría a su destino final.

Al llegar a esta región su esposa Ana María Rivera Villareal lo que encontró fue un panorama desolador, sin embargo ella una mujer que siempre se caracterizó por su perseverancia y tenacidad porque en la vida y ante cualquier circunstancia puso siempre en el centro a su familia y a sus hijos, no dudó en forjar aquí un futuro prometedor para ellos.

Jesús Díaz González después de 10 años de haber salido de su pueblo natal Santiago Papasquiaro, al llegar al Valle de Santo Domingo se estableció por un lapso de 12 años aproximadamente realizando con su trabajo una contribución importante al desarrollo de la región.

Si bien es cierto el Valle de Santo Domingo no fue el lugar que él eligió para quedarse hasta el último día de su vida, si lo fue para su esposa Ana María Rivera Villareal y sus hijos y con ellos aquí dejó su más grande legado.

Cuando llegó tuvo la oportunidad de acceder a tierras agrícolas, sin embargo no quiso, posiblemente cuando las rechazó cerró un ciclo importante, considerando que sus antepasados siempre se habían dedicado a las arduas tareas en los campos agrícolas en Santiago Papasquiaro.

Por esta razón lo único que él tuvo como propiedades en el Valle de Santo Domingo fue un lote que le fue otorgado a un costado de la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes donde construyó una casa muy modesta de madera, años más tarde cuando mejoró su situación económica tuvo la oportunidad de construir un hogar en mejores condiciones.

A partir de este momento y hasta los últimos días de su vida fue sintiendo una fuerte atracción y satisfacción por desarrollar actividades que implicaban brindar un servicio al prójimo y por lo tanto a su comunidad, de esa manera consolidó una actitud de gran servicio.

Es interesante resaltar que en esta época en general en el Valle de Santo Domingo los colonizadores se distinguieron por sus actitudes de apoyo, solidaridad, empatía y gratitud, y fueron estas actitudes en gran medida la posibilidad que les permitió enfrentar las adversidades en los diferentes aspectos de la vida durante el proceso de colonización.

Los primeros servicios que Jesús Díaz González brindó a los habitantes de la región fue cuando se desempeñó como panadero, oficio que había aprendido en Nuevo Ideal, Durango.

En el patio de su casa elaboró un horno rustico con adobes y ladrillos y después de haber adquirido con mucho sacrificio los utensilios mínimos, todos los días desde temprana hora iniciaba con la preparación de su exquisito pan.

Se convirtió en una panadero artesanal, si bien es cierto su producción era pequeña hacia una gran variedad de pan y todos con un rico sabor, con gran habilidad en sus manos preparaba la masa y horneaba, así las familias acudían diariamente a consumir sus productos y en algunas ocasiones Jesús Díaz González visitaba ciertos lugares para venderlos cuando por alguna razón no realizaba la venta de las piezas de pan que había elaborado para ese día.

Pero como los grandes cambios se dan en los momentos menos esperados, exactamente eso fue lo que le ocurrió a Jesús Díaz González cuando repentinamente cambió de oficio.

Al asumir el cargo el Capitán Enrique Aguilar Morales como I Delegado Territorial en el año de 1960 y conformar el primer cuerpo policiaco lo invitó a desempeñarse como Comodante de la Policía, cargo que aceptó inmediatamente.

A partir de ese momento dejó su oficio como Panadero y pasó a ser un empleado de la Delegación Territorial, Jesús Díaz González se convirtió en la persona de gran confianza del I Delegado Territorial Capitán Enrique Aguilar Morales quien le asignó la encomienda de coadyuvar en el orden de la región.

En esos momentos cuando se dio la colonización, llegaron personas de distintos lugares de la República Mexicana y de distintas regiones del propio Territorio de B.C.S. esto implicó que se diera un mosaico cultural muy fuerte y se generó la necesidad de contar con una organización que a través de la aplicación de cierta normatividad y reglamentos permitiera la convivencia armónica y de respeto entre los pobladores, la creación del cuerpo policiaco a cargo del Comandante Jesús Díaz González jugó un papel fundamental en este sentido.

Para desempeñar este importante cargo el Comandante Jesús Díaz González poseía ciertas cualidades, una de ellas la imparcialidad, aplicó la ley sin distingos incluyendo a sus apreciados amigos cuando por algo razón trasgredieron la ley, fue también un hombre severo y disciplinado en su actuar y en las decisiones que tomó y asumió cuando se presentó algún problema, pero sobre todo fue un Comandante que se distinguió por su honestidad e integridad como funcionario y como integrante de una comunidad.

Con su espíritu de servicio fue siempre un gran conciliador, estaba convencido que la negociación era fundamental para resolver las problemáticas de diversa índole que surgían, muchas de ellas no implicaban un castigo y el diálogo entonces era la vía correcta.

En múltiples ocasiones se reunió con quienes intervenían en alguna situación y fungía como intermediario con cierta autoridad que le daba el propio cargo que desempeñaba como Comandante.

El Capital Enrique Morales Aguilar como Delegado Territorial y por su formación en la milicia, tendía a ser mucho más estricto o enérgico al momento de intervenir en aquellas situaciones que afectaban a la población, sin embargo fue considerado por sus habitantes un buen Delegado Territorial, por lo tanto Jesús Díaz González como Comandante realizó una labor de mayor acercamiento con la comunidad, fue el vínculo entre el Delegado Territorial y la población, procurando el bien común.

En este periodo y siendo Jesús Díaz González Comandante se adquirió en Tijuana la primera patrulla que fue un Ford 55, y ya en el Valle de Santo Domingo le colocaron las torretas y escudos.

Contar con una patrulla fortaleció el trabajo que realizaba el cuerpo policiaco en ese momento, realizaban los recorridos o rondines por “El Crucero”, se trasladaban a ciertos lugares a realizar las investigaciones pertinentes o aprender a alguna persona que era considerado culpable por algún delito.

Otra de las actividades importantes que desempeñó el Comandante Jesús Díaz González al frente del cuerpo policiaco en ese momento fue el emplacamiento de los vehículos, principalmente de los camiones de carga, auxiliar en campañas de vacunación, vigilancia de la seguridad de los pobladores en los diferentes eventos sociales que se desarrollaban, desarrolló de investigaciones cuando había una denuncia o queja y aplicación de las leyes sin distinción cuando alguien atentaba con sus acciones el orden y bienestar.

El cuerpo policiaco en ese momento estuvo conformado por 10 elementos aproximadamente, entre ellos: Gervasio, Atenedoro Ledezma, Lemus, Tranquilino, etc. contaba además con el apoyo de Antonio Razo que fungía como subcomandante bajo sus órdenes y dos secretarias, entre ella Esperanza y Elva Torres Aguilar.

El Comandante y su personal contaba con un área de trabajo donde hoy encuentran las oficinas del Ayuntamiento de Comondú, y como anexo un pequeño espacio habilitado como “cárcel” que era utilizado solamente cuando había detenidos cuyos problemas se resolvían ahí mismo, y se les aplicaba una multa para dejarlos en libertad.

Es importante mencionar que cuando se cometían delitos considerados mayores eran turnados a la Ciudad de La Paz por lo tanto se contaba también con un área de transmisiones, y a través de un radar establecían comunicación para pasar el parte y los informes, además recibían las órdenes en caso necesario cuando el delito no era competencia de la Delegación Territorial.

Jesús Díaz González y su cuerpo policiaco se entrenaban de manera permanente en defensa personal, adiestramiento que recibían de Mario Marín, lo anterior les permitía estar en mejores condiciones de desempeñar tan importante labor.

Algo que los distinguió fue su uniforme que mandaban confeccionar en tela casimir y que portaron siempre con gran orgullo, consistía en una camisa de kaki, pantalón kaki, y gorra del mismo color, en la camisa y en la gorra colocaban una insignia a manera de escudo que simbolizaba la autoridad que le confería el pueblo y el propio Delegado Territorial.

Jesús Díaz González portó siempre un arma 45 y se caracterizó además por ser un gran tirador ya que desde que se encontraba en su pueblo natal lo hacía esporádicamente, pero mientras desempeñó el puesto de Comandante de la Policía se dedicó a entrenar de manera constante, particularmente los fines de semana acudía al campo y dedicaba largas horas a realizar repetición de ejercicios relacionados con el tiro.

Diariamente en el cumplimiento de su deber como Comandante de la Policía Jesús Díaz González trabajó mañana y tarde, se mostró siempre dispuesto para acudir por las noches, en la madrugada y los fines de semana cuando había una emergencia donde se requería su presencia.

En su paso por el Valle de Santo Domingo se dedicó a cultivar grandes amigos, entre los más cercanos se encontraba Florencio Magdaleno, José Ibarra y Juan Valadez así mismo su esposa consolidó grandes amistades entre ellas Cecilia Alcántar, Cleofás Beltrán, Yolanda Montoya, Lilia Preyser, Leonor Tamayo y María Luisa Guzar, entre otras.

Como padre de familia de sus 7 hijos: Irma, Alejandro, Ernesto, María Julia, Antonia, Lourdes y Hermelinda, se aseguró de formarlos en un ambiente de disciplina y firmeza para que adquirieran lo valores importantes que debe poseer un ser humano y que incluso hoy sus hijos han inculcado a sus descendientes. Para Jesús Díaz González no fue sencillo expresar sus sentimientos y emociones con sus hijos, era siempre muy callado, sin embargo los recompensó siempre a través de diversos detalles por todo aquello que consideraba una acción o actitud importante de sus hijos y con esto mostraba su más grande afecto hacia ellos.

Disfrutó a su familia y compartió con ellos algunos momentos de esparcimiento, acudiendo al famoso Cine “Variedades”, a la Feria del Trigo y en repetidas ocasiones asistiendo a un buen día de campo.

Jesús Díaz González tuvo una gran afición por las peleas de gallos, dedicó parte de su tiempo a la crianza de más de 60 gallos, al entrenamiento especial y a la preparación física de ellos.

Después de preparar a sus gallos asistía a diferentes eventos para participar en los palenques de la feria del trigo o fiestas de Benito Juárez, en donde una ocasión ganó 11 de 12 peleas, considerando que era una época de gran auge económico las apuestas siempre resultaban de una buena suma económica.

En otros momentos de esparcimiento disfrutaba de la lectura, fue el un asiduo lector, con este hábito fue desarrolló aún más su inteligencia y posiblemente también su persistencia, para Jesús Díaz González nunca hubo imposibles, es decir la lectura le abrió las puertas de todo aquello que siempre se atrevió a imaginar, posiblemente por eso cada momento de su vida lo vivió con tanta intensidad.

Tuvo siempre un gran compromiso con la responsabilidad dada como comandante que fue directamente proporcional a su autoexigencia de Jesús Díaz González al desempeñarla, muy orgulloso siempre del trabajo realizado.
Al concluir el periodo como I Delegado Territorial el Capitán Enrique Morales Aguilar en 1965, siendo el Comandante “Chuy” Díaz un hombre audaz consideró que era conveniente retirarse y dejar el cargo, se fue con la certeza de haber cumplido cabalmente con la responsabilidad de hacer respetar la ley y a través de esto haber contribuido a mantener el orden público interno, previniendo y eliminando todo aquello que perturbaba la tranquilidad y la seguridad de la familia de los colonizadores.

Al dejar el cargo de Comandante de la Policía que había desempeñado por 5 años, Jesús Díaz González y después de13 años de radicar en el Valle de Santo Domingo un día decidió alejarse posiblemente estaba acostumbrado a continuar su viaje y perseguir un sueño.

Jesús Díaz González vivió los últimos años de su vida en el Realito, municipio del Fuerte, Sinaloa brindando un servicio importante no solo a los habitantes de la región sino de distintas partes de la República Mexicana y de otros lugares del mundo, ya que hizo uso de los conocimientos en Medicina Herbolaria que estudio por muchos años de manera autodidacta y atendió de esa manera a cientos de pacientes que acudían a él en busca de un remedio para sus padecimientos.

De esa manera y a pesar de que Jesús Díaz González siempre luchó por la vida propia y ajena, en el año 2013 falleció, él emprendido su último viaje pero esta vez a una dimensión desconocida.

Las buenas obras que hizo en su vida y que se muestran en esa historia dan cuenta de la gran generosidad de su espíritu y esto fue siempre en su vida un proceso sin fin.


Entrevista realizada a Ernesto Díaz Rivera

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