Por Mayra Zamudio Gorozave.

Los techos son de tejamanil, a la vieja usanza. Las puertas y
ventanas, así como los herrajes son los originales.
Esta casona es parte de un gran predio que hoy es
estacionamiento público, donde también había un pozo de agua que en la
actualidad está tapado y donde los viajeros de antaño, en su mayoría rancheros,
que venían de pueblos vecinos para embarcar ganado en el muelle fiscal, se
detenían a descansar bajo los grandes mezquites, y a dar de beber agua a sus
animales en antiguos bebederos que ahí existían.
En este viejo edificio, que fuera propiedad de la familia
Ansaldo, del recordado Doctor Ansaldo y su esposa doña María Jesús Romero, se
encuentra desde hace ya más de cuarenta años, la negociación denominada
“Mercantil Coromuel”, fundada a principios de los años 70 por don Rubén
Ascencio Salazar.
En aquellos años, don Rubén vivía en el vecino estado de
Sinaloa, donde también se dedicaba al comercio, y fungía como gerente general
de un negocio. Aficionado como era al base ball, un día en un partido, conoció
e hizo amistad con el Capitán Alberto Ayala Luken, mejor conocido y muy querido
en estas tierras como “El Pato Ayala”. Acababa de pasar un fuerte huracán que
devastó a Los Mochis, y el señor Rubén vio afectado su negocio.
A invitación del Capitán Ayala, decide venir a probar suerte
a esta noble tierra, donde ya algunos de sus hijos vivían, incluso una de sus
hijas era subgerente de Banamex.
Entusiasmado con el nuevo proyecto y a invitación del Capitán
Ayala, decide pedir su jubilación y venir en busca de nuevos horizontes.

Al ser un hombre de negocios y bastante instruído, pues
hablaba varios idiomas, e incluso dialectos de los indios de Sinaloa, don Rubén
rápidamente entabla amistad con los señores Ruffo, empresarios poderosos de La
Paz, quienes le presentan al doctor Ansaldo y es él quien le proporciona el
local donde se establecería la frutería y verdulería “Mercantil Coromuel”,
hasta la fecha de hoy. En ese tiempo estaba abandonada la propiedad y el señor
Ascencio junto con sus hijos, pusieron su mejor empeño para remozarla.
Para 1976, se da el hundimiento del barco “El Salvatierra”,
donde el señor Rubén pierde una camioneta del año y un gran cargamento de 4
toneladas quesos que traía de Sinaloa para la venta. Por fortuna, había
comprado un seguro para sus cosas antes de embarcarlas y pudo recuperar en algo
lo perdido.
Durante mucho tiempo, el señor Ascencio, trajo frutas y
verduras de Los Mochis a La Paz. De ahí se surtían los comercios y los pequeños
negocios de abarrotes locales.

Y es que, al no contar la ciudad con bancos o un lugar seguro
para guardar el dinero, la gente acostumbraba a enterrarlo o a emparedarlo para
protegerlo de los hurtos, sin embargo, muchas personas morían y se llevaban el
secreto de la ubicación de aquellos tesoros, que en muchas ocasiones vinieron a
parar en manos de quienes no eran ni siquiera familia.
Siguiendo con la historia, de don Rubén y su negocio, me
comenta su hijo que su madre, la señora Alicia Larrinaga, originaria de
Huatabampo, era familiar cercana de los hermanos Almada, los actores, de ahí le
venía la vena artística, pues ella era una gran pianista.
Con el tiempo, y ya cansado de tanto trabajar, don Rubén
enfermó y falleció hace ya 25 años. Hoy su hijo Eugenio sigue al frente con el
negocio familiar, que subsiste aún a pesar de los duros tiempos y la
competencia. Esperamos y deseamos larga vida a su negocio.
Agradezco al señor Eugenio Ascencio Larrinaga, por contarnos
la historia de su señor padre y su negocio, que son parte de un pasado que se
mantiene vigente en nuestros tiempos, y que nos hace recordar cómo eran
aquellas épocas de nuestra bella ciudad, tan llena de historias y de tesoros de
todo tipo, muchos aún no encontrados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario