martes, 4 de abril de 2017

LOS PIONEROS EN LA BRECHA TERRISUREÑA PRIMERA DÉCADA DE 1900


Por: Evaristo Murillo

1-        Ford modelo A, Arroyo de San Vicente BC , es el mismo pick up del recorrido de norte a sur.
2-        Foringo sobre la bajada del infierno.
3-        Pick up Ford modelo A, descendiendo por la cuesta del infierno en 1932. ruta San Ignacio - Santa Rosalía BCS
4-        Repostando
5-        Baño vaquero en el camino
6-        Valle de los Cirios
7-        Mulege B.C.S. 1936, desponchando

Sin duda en la primera década del siglo XX, aventureros y audaces conductores de los nacientes vehículos Ford y Chevrolet recién salidos de fábrica, iniciaron y abrieron camino sobre las brechas de la prolongada transpeninsular con mas de 1500 kilómetros en la histórica ruta Ensenada - La Paz.

Esta interesante y nostálgica serie de imágenes del coleccionista de Santa Rosalía Javier Cota, destacan fotografías de los años 1920s, además una de 1932 un fuerte pick up ford descendiendo con carga en la peligrosa cuesta del infierno o de las Vírgenes poco antes de llegar al puerto minero. Existen evidencias de 1910 en el pueblo de Todos Santos se observa un Ford modelo T.

Antes de que se construyera la primera carretera pavimentada en los años 70s, innumerables conductores y sus familias viajaban por los sinuosos y difíciles caminos de la península Californiana.

Para lograr llegar a su meta o destino final de sur a norte y norte a sur, los hábiles y expertos conductores, superaban todo tipo de dificultades mecánicas, cortes en el camino, condiciones meteorológicas, el aislamiento, el peligro e inclusive accidentes sobre el camino, cuentan casos de personas fallecidas en el trayecto, eran sepultadas ahí mismo a una lado de la brecha.

Desde la llegada de los primeros automóviles en la península, los conductores establecían un vínculo especial; emergió una especie de simbiosis entre el hombre, la máquina y la naturaleza; eran factores vitales de supervivencia para lograr recorrer y llegar a su destino.

Conocer a la perfección las rutas, detectar la mínima falla mecánica y habilidad en el manejo, era más que fundamental para recorrer los prolongados caminos. Se establecía una conexión especial con el auto, una comunicación y diálogo interno sobre todo cuando saltaban momentos de gran tensión o dificultades. El hombre y la máquina unidos en emociones y sentimientos. Llegar juntos era el reto.

Cuentan los abuelos que era común observar a un lado del camino, un pequeño campamento para dormir, descansar, preparar alimentos e inclusive hacer reparaciones; no faltaba una pequeña fogata para calentar el café y preparar la clásica machaca con frijoles con queso y elaborar tortillas de harina.

Una y mil historias y aventuras surgen al observar estas maravillosas imágenes que nos hacen recordar los tiempos de nuestros bisabuelos, abuelos y padres quienes viajaron en esos autos y por esas emblemáticas rutas de la transpeninsular.


Imágenes del coleccionista Javier Cota.

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