Por: Mayra Alicia Zamudio Gorozave
Amigos, las anécdotas graciosas son parte de la cultura de
nuestros pueblos. Tan es así que existen personajes que se dedican a divertir
al público a través de la narración de chistes o sucesos jocosos que involucran
a nuestra gente lo cual es muy válido, pues siempre se agradece que alguien nos
alegre el día al provocarnos una sonrisa, que a veces nos dura por mucho
tiempo, o en su defecto, nos enriquece al aportarnos algo chusco para compartir
en un momento dado. Es parte del folklore.
En esta ocasión les narraré unas anécdotas que me contaron y
que a mí, en lo personal me gustaron para compartir, a ver qué les parece a
ustedes.
“El Cochi de Barro”
Cuentan que allá por finales de los años 40, en San Isidro
B.C.S., sucedió que un muchachito perteneciente a una buena familia de ese
pueblo se vio involucrado en un hecho por demás embarazoso, ya que fue acusado
de robarse de una casa una alcancía con forma de cochinito de barro conteniendo
300 pesos de aquellos que valían mucho.
Al verse descubierto este jovencito, aceptó su culpa, por lo
que su padre tuvo que pagar los 300 pesos en cuestión al afectado. Al año
siguiente, este joven cumpliría 15 años, por lo que le organizaron una fiesta
en el rancho donde vivía, e invitaron a todo el pueblo, menos a uno que otro
por ahí.
Esas personas no invitadas se ofendieron mucho, porque en los
pueblos chiquitos es así, la gente es muy delicada o muy sentida como decimos
por acá y se fija mucho si no la invitan, así que ante tal afrenta decidieron
tomar venganza.
El día de la fiesta, los invitados que llegaban entraban
riéndose y secreteándose, por lo que la familia del festejado empezó a
sospechar que algo estaba ocurriendo a la entrada del lugar. Cuando fueron a
ver, resulta que en unas piedras grandes y planas que había junto a la entrada,
escrito con pintura color azul brillante, se leía en letras grandes: “Esta
fiesta se celebra el día de hoy, porque se cumple un año de que el joven fulano
de tal, mató al cochi de barro”.
Los que leían esto no podían evitar las carcajadas y llegaban
a la fiesta sin poder disimular. Cuando la familia vio esto, rápidamente
taparon con pintura la leyenda de las piedras e hicieron como si nada pasara.
Desde entonces, a ese muchacho se le conoció con el apodo de “El Cochi de
Barro”.
“La Gallina de Chago”
Cuentan que también en las tierras del pilón había un señor
que supongo se llamaría Santiago, le decían “Chago”, tenía en su casa una
gallina de las que conocemos como abadas, las de color café rojizo, grande y
gorda. Esto no tiene nada de especial, si no fuera porque esta gallina no era
cualquier gallina: Era una gallina muy mitotera y chismosa. Cuentan que en esa
casa siempre había mucho movimiento, a todas horas llegaban visitas y hacían
fiestas, y a veces hasta altas horas de la noche había gente platicando y
tomando café o jugando a la baraja.
De tal suerte que fuera la hora que fuera, la gallina siempre
estaba presente en las pláticas o reuniones de la gente. Dicen que se echaba en
medio de la sala o donde estuviera el argüende y no se iba hasta que la última
persona se retiraba, incluso si era de madrugada, la gallina se levantaba a
darle cumplimiento a las visitas si es que llegaban. Y ahí podía estar, echada
presenciando el mitote el tiempo que fuera. Por tal motivo esta gallina se hizo
fama de metiche.
Por eso en mi casa y en mi familia, es común que cuando
alguien no quiere irse a dormir o está escuchando lo que no le importa, decimos
“Vete de aquí Gallina de Chago”….jajaja
“La Viuda Alegre”
Y siguiendo por las tierras purismeñas, también me contaron
de una señora muy bailadora a la que se le acababa de morir el marido, y para
su mala suerte iba a realizarse un baile con el mejor conjunto de esos tiempos,
en la cancha del pueblo. La viuda no pudo evitar ir al mitote y dicen que
estaba sentada, muriéndose de ganas de bailar, cuando se le acerca un galán y
le dice “bailamos”? La mujer pajareó para todos lados y al ver que la
observaban dijo: “No puedo, que va a decir la gente…se acaba de morir mi
esposo”…. Pero para su mala suerte el conjunto empezó a entonar “La Mula
Bronca” su pieza favorita, y ante la insistencia del galán, la mujer se levanta
y le dice: “Vamos bailando pues….nomas que voy a bailar despaciiitooo, PORQUE ESTOY
DE LUTO!”
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