EL GÜERO DE LAS CANOAS Y LAS PANTALETAS DE SU AMÁ
Eliseo Santana A.
El güero era una persona esforzada, lo mismo trabajaba en el rancho
pastoreando vacas, chivas, hacia queso, cortaba leña para vender, de vez en
cuando le hacía de pescador, cuando visitaba por necesidad la ciudad de La Paz por
algún asunto que tuviera que atender, el güero no perdía el tiempo, buscaba
algo productivo que hacer, algo que lo hiciera ganar unos pesos.
Un día del mes de agosto, el güero tuvo necesidad de acompañar a un
pariente enfermo al puerto, el medico recomendó al pariente que se hiciera unos
análisis por lo que la “visita” a la capital se prolongó.
Ni tardo ni perezoso el güero fue a visitar a un compadre que vivía en el
esterito, “a ver, si le invitaba una cerveza” y si podía a salir a pescar con él,
el güero no tuvo suerte (con lo de la cerveza), en el momento que llego a la
casa de su compadre, este, estaba saliendo al mogote a recolectar “cirguelas”.
En el malecón (cerca del seguro social viejo) abordaron el descolorido chalupin
color azul con falca roja de su compadre en ambos costados del chalupin, en la
proa, se leía el nombre de la embarcación “La paceñita” las letras, fieras ,
chuecas, pero claras, el güero acomedido de inmediato quiso izar la vela hecha
de costales de manta que en sus buenos tiempos habían contenido harina de
trigo, pero su compadre lo interrumpió en la tarea y le dijo que no estaban tan
lejos y que llegarían más rápido remando y sin más puso un largo canalete en
manos del güero para que lo ayudara a remar.
No tuvo más remedio que aceptar, y así atravesaron los dos canales y el
bajo hasta llegar al mogote, en ese tiempo las playas del lugar estaban muy
limpias, sin plásticos de ninguna clase, solo de vez en cuando podías encontrar
alguna botella de vidrio de cerveza de esas del Barrilito Corona de las
primeras desechables que llegaron a el estado, porque los botes de cerveza,
jugos desechables eran de vil lamina y se oxidaban y destruían rápido, bueno
siguiendo con el güero, al llegar, amarraron su embarcación a un mangle para
que la corriente no la arrastrara y cada uno tomo un costal para recolectar las
“cirguelas”.
Ya entre el monte y las dunas del lugar, localizaron una zona con “munchos”
(decía el güero) “cirguelos”, de inmediato iniciaron la pizca.
Los paceños sabemos que las ciruelas del mogote, no son como todas las
ciruelas del monte que hay en el estado, estas, las del mogote son mas grades, más
dulces y con un chunique un poco más pequeño que las demás, son pues la crema,
lo mejor de lo mejor de las “cirguelas”, aclarado esto continuamos con el
relato.
Llevaban ya como medio costal cada uno cuando el compadre le grita sonriendo
al güero:
¡¡¡ Mira compa unas
pantaletas!!! , y las levanta con una
vara.
El güero se acerca, las toma, se las mete a la bolsa del pantalón y le
dice.
Siii, estas pantaletas, son de mi amá.
El compadre parpadea desconcertado por la respuesta del güero ante el hallazgo, no es la que esperaba.
Es más, le dice el güero, te apuesto veinte pesos a que te puedo comprobar
que son de ella.
No compa, no puede comprobarlo
Y si, si puedo, ¿apuesta o no?
Va güero, le dice el compadre.
Continúan recogiendo un poco más de las sabrosas ciruelas y por fin
regresan a La Paz, anclan la embarcación y con sus costales al hombro se
dirigen a la casa del compadre caminando por el malecón, un poco más adelante
un par de guapas muchachas vienen caminando de frente a ellos, la cara del güero
se ilumina y una pícara sonrisa aparece en su rostro, y le pregunta a su
compadre:
¿Compadre, sigue firme la apuesta, verdad?
Claro, yo soy de palabra, le contesta.
“Gueno”, horita le voy a comprobar que las pantaletas que nos hayamos, son
de mi amá, le dice esto cuando casi están frente a las muchachas que venían caminando
frente a ellos.
El güero se detiene, baja el costal que traía en el hombro y ya frente a
frente a las jóvenes les pregunta de improviso sacando las pantaletas de la
bolsa del pantalón y exhibiéndolas frente
a ellas:
A ver, a ver, ¿DE QUIÉN SON?
Las muchachas al principio se desconciertan, después una de ellas, la más
indignada le dice: ¡¡¡DE TU CHINGADA MADRE!!!
El güero de las canoas voltea a ver a su compadre y le dice: AITA COMPADRE, PAGAME.
Muy buena ésta anécdota del guero. No tendrá por ahí , la historia de la pareja todosanteña que tuvo gemelos ? y que uno de ellos no hablaba .
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