Por: Arturo Rubio Ruíz
Enorme expectativa generó el nombramiento del actual
procurador de justicia. Justificar dos reformas constitucionales y una
designación directa, implica un reto sin precedentes en la procuración de
justicia estatal. Acostumbrados a batallar con procuradores improvisados,
incondicionales del gobernante en turno, desconocedores de la materia y
traficantes de influencias, resulta una muy grata experiencia encontrar al
frente de la vilipendiada institución a un profesional del derecho, académico,
de vocación didáctica y adicto al trabajo.
Ha implementado en el breve tiempo que lleva en el encargo,
más programas de capacitación que sus predecesores en todo un periodo.
Personalmente imparte al personal cursos sobre el nuevo sistema de justicia
penal, materia que había estado en el olvido “por falta de recursos”. El nuevo
procurador nos demuestra que cuando hay voluntad, las limitaciones materiales
se pueden superar.
Algunos medios de comunicación lo critican por parco y
directo, y es que están acostumbrados al discurso y a la cantaleta política. El
procurador hace lo que dice, y dice que viene a trabajar y que no tiene tiempo
que perder en entrevistas banales. Dice y hace bien.
No es un tipo simpático, ni pretende serlo. No busca
reflectores, y eso es algo novedoso en ese encargo. Estamos acostumbrados a los
figurines y simuladores.
Con la ventaja que le brinda la experiencia forense y
académica, ha demostrado ojo clínico en la elección de sus colaboradores, y
hace lo que nunca antes se había hecho: dar oportunidad a los jóvenes talentos
locales, que tendrán que esforzarse para demostrar que están a la altura del
reto que se les ha impuesto, al brindárseles responsabilidades que
tradicionalmente se reservaban a “la vieja guardia”, a los fósiles de siempre.
Aprovechando la magnífica disposición del actual procurador,
queremos proponerle la atención de algunos menesteres que consideramos vendrán
a mejorar el desempeño del personal a su cargo.
A). MANUAL DE DILIGENCIAS BÁSICAS DE INTEGRACIÓN DE
INDAGATORIAS.
Ya sea que se trate de averiguaciones previas en el sistema
tradicional o carpetas de investigación en el nuevo sistema, cada evento que se
investigue requiere un mínimo de diligencias básicas e indispensables,
tendientes al esclarecimiento de los hechos y a la identificación de los
perpetradores. En Baja California Sur, el número de consignaciones que llegan
al juzgado penal y son rechazadas por la indebida integración de los
expedientes, es muy elevado, y refleja el desconocimiento que tiene el personal
actuante, de los requisitos que debe reunirse en cada caso en concreto. Es
imperativo entonces, contar con un protocolo regulador de actuaciones y un
manual de diligencias básicas. Urge.
B). CREAR UNA DIRECCIÓN DE CONSIGNACIONES
O cualquiera otro órgano interno equivalente, que se encargue
de realizar o al menos supervisar en cada caso, el ejercicio de la acción
penal, para evitar el elevado número de consignaciones deficientes, que a la
fecha generan un alto índice de impunidad.
C). RE IMPLEMENTAR LA FIGURA DEL MINISTERIO PÚBLICO
INVESTIGADOR
Tal y como lo marca la Constitución y las leyes secundarias.
En lo que va de este siglo, el agente del Ministerio Público trastocó su
función y atribuciones, para convertirse en la práctica, en un “resolutor” en
lugar de un auténtico “investigador”.
Actualmente, en lugar de investigar, espera y en muchos casos requiere a
la víctima o su representante, para que “le promueva”, le “solicite por
escrito”, la realización de tal o cual diligencia, para que él, desde el
escritorio y en papel de resolutor, decida si procede o no procede tal
petición, cuando en principio tiene la ineludible obligación de practicar per
se y sin ningún impulso procesal particular, todas y cada una de las
diligencias necesarias para alcanzar el esclarecimiento de los hechos y reunir
los medios de prueba para ello.
D). DINAMIZAR LA ATENCIÓN CIUDADANA Y SIMPLIFICAR LA
RECEPCIÓN DE DENUNCIAS.
En un empeño por bajar las estadísticas y con ello aparentar
buenos resultados, en la procuración de justicia se refinó el arte de “batear”
al denunciante, de hacerlo desistir de interponer la denuncia respectiva al
exigirle una serie a veces imaginaria de requisitos “indispensables” sin los
cuales –falazmente se argumenta- “no se puede iniciar una averiguación previa”.
Así se logró que bajaran las estadísticas por falta de denuncias, no por
combate efectivo a la delincuencia.
La lista de propuestas es mucho más extensa de lo que este
espacio nos permite, pero por el momento nos limitamos a las aquí planteadas.
Esperamos la respuesta del maestro Palemón, que conforme a su estilo debe ser
parca, directa y operativa.
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