Inicialmente solo quería dar a conocer la
anécdota del padre Luis y su moto, pero investigando algunos datos para
complementar el relato, me encontré información interesantísima al menos para
mí y creo que para todos los sudcalifornianos que les gusta saber el origen de
las cosas.
Debo aclarar que los datos y algunas partes de
este escrito los obtuve de el blog Misioneros en camino.
El padre Luis pertenecía a los Combonianos,
agrupación religiosa fundada por Daniel Comboni cuyo objetivo principal era
evangelizar África, solo que por azares del destino algunos miembros de la
organización tuvieron que hacer su trabajo fuera de ese continente.
1946, había terminado la segunda guerra
mundial el mapa geopolítico se había alterado, con la derrota del eje (Alemania,
Japón e Italia) los Combonianos no podían regresar al continente africano, en
Italia fueron concentrados los misioneros y…se desesperaban pues deseaban salir
a hacer su labor así que a sus directivos se les ocurrió pedir que los enviaran
a trabajar con “los negros de Brasil”, total eran descendientes de los mismos
con los que ya habían trabajado.
Aunque las cosas no suceden como deseamos y
esto les sucedió a los Combonianos, casi al mismo tiempo que ellos hacían su
solicitud de viajar a Brasil, El administrador apostólico y obispo del
Vicariato Apostólico de Baja California, monseñor Felipe Torres Hurtado, se
encontraba pidiendo por aquellos meses al Vaticano misioneros para la península
de BC en México, le aconsejaron al obispo Torres Hurtado hablara con los
Combonianos pues estos estaban urgidos de colocar al mayor número de sus
miembros fuera de Italia pues el estar “acuartelados” era ya un problema para
ellos.
La dirección de los Combonianos vieron esto
como un milagro y sin discutir, sin investigar ni nada, dijeron que SI.
Una verdadera revolución para los viejos
Combonianos, la primera misión fuera de África algunos no lo vieron con buenos
ojos, pero si algo tiene esta organización es disciplina y” obediencia” al
papa.
“Sin ni siquiera venir a ver o
hacer un estudio previo, el superior general firmó el contrato con monseñor
Torres, aprobado por monseñor Costantini, comprometiéndose a enviar de
inmediato un primer contingente de nueve misioneros que el obispo acomodaría en
las parroquias del sur de la Península”.
“Los acuerdos se celebraron el 22
de octubre de 1947. Dos meses después, la noche del 26 de diciembre, 9
misioneros (6 sacerdotes y 3 hermanos) escogidos al azar y sin previo aviso ni
preparación, se despidieron de casi 200 Combonianos presentes en la casa madre
de Verona. El padre Elio Sassella era superior del grupo, y venía acompañado de
los padres Pedro Vignato, Antonio Piacentini, Amadeo Ziller, Luis Ruggera y
Bruno Adami; y los hermanos Luis Garzotti, Francisco Di Domenico y Arsenio
Ferarri
El 15 de enero la nave atracó en el puerto de
Nueva York, después de un viaje marítimo desastroso en la que los nueve
misioneros se enfermaron. El 22 de enero, llegaron a Los Ángeles, California,
por tren. Monseñor Torres, feliz, los recibió llevando dos autos y una pik-up
para transportarlos. Lo acompañaban dos teólogos y el rector del seminario de
Tijuana, que hablaba italiano.
Al padre Sassella se le encomendó dar clases
de Teología Dogmática y de Derecho Canónico a los teólogos, y al padre Ruggera
las de Moral. A los otros sacerdotes les asignó la parroquia de Mexicali para
aprender el idioma y aprender las costumbres religiosas mexicanas. Mientras
tanto, el padre Sassella había conseguido en el Consulado mexicano de San
Diego, California, la visa de turista para los nueve misioneros, válida por 6
meses.
El 15 de febrero 1948, el obispo llegó a La
Paz con los padres Vignato y Adami y el hermano Di Domenico. En el aeropuerto
de La Paz los esperaba el párroco Agustín Álvarez y un grupo de guadalupanos.
Jubilosos, se dirigieron a la «parroquia» (ahora Catedral), cuando de pronto,
el obispo y el padre Agustín fueron trasladados a la cárcel por andar con
sotana en la vía pública pues, en ese entonces, estaba prohibido. Los demás
misioneros llegaron muy aturdidos y temerosos a la parroquia.
Julián Rivera, un ex combatiente cristero,
agrupó unas 500 personas arremolinándolas frente a la comandancia, amenazó con
levantar en armas a toda la ciudad si no liberaban inmediatamente al obispo y
al párroco. Después de dos horas de negociaciones, soltaron a los presos,
quienes llegaron a la parroquia ¡con sotanas! Tres días después, tomaron
posesión de su parroquia-misión, cubriendo 150 kilómetros de brechas y arroyos.
Así empezó su ministerio en Baja California
Sur.
Los misioneros comenzaron por arreglar la
iglesia sin techo y la casa cural sin puertas ni ventanas. El padre Vignato, de
52 años de edad y veterano de las misiones africanas, hacía recorridos
«safaris», con breves regresos a la sede; realizando catequesis familiar así
tuvo una visión completa de su parroquia (desde Santiago hasta Cabo San Lucas)
fijando los lugares para levantar capillas en la playa, en honor de San Pedro,
pescador y patrono de su nombre Pedro; Cabo San Lucas; Santiago; La Ribera y
Caduaño. Cuando daba la catequesis, contaba sus anécdotas en África, y en poco
tiempo se ganó la confianza de los niños y adultos que lo escuchaban con gusto,
a pesar de su escaso español.
Con el mismo entusiasmo y amor a la gente, el
padre Bruno, de 27 años de edad, visitaba ranchos y familias viajando a
caballo, ganándose el apodo de «El vaquero más vaquero de Baja California». El
hermano Pancho, de 32 años, nunca logró dominar el español, pero fue muy
querido y, con la ayuda de mucha gente, arregló la iglesia y la casa cural.
Poco a poco, los misioneros fueron ocupando
las parroquias de Todos Santos, El Triunfo y Santa Rosalía. La dirección
general siguió enviando misioneros y, a finales de 1948, ya había 11
Combonianos. Un año después, eran 17 y, cinco años más tarde, 28. Actualmente,
a 60 años de su llegada, son 15, hasta que el obispo los releve completamente
con sacerdotes diocesanos. El misionero no es propietario, es sólo un refuerzo
provisional para preparar Iglesias particulares bien formadas. Cuando se
consigue, el misionero entrega la misión y se retira.”
Los padres Combonianos
construyeron en nuestro estado, un asilo, diversos hospitales, dispensarios,
centros caritativos y colegios (escuelas de artes y oficios: carpintería,
mecánica, mecanografía), la Ciudad de los Niños y Niñas, el colegio Anáhuac.
El orfanato llamado La Ciudad de los Niños,
fue iniciado por el padre Marigo en 1954.
En 1961, se complementó con la Ciudad de las
Niñas.
En estas ciudades se creó una imprenta, un
taller para niquelar y otro para hacer escobas, único en el territorio.
Casi todos los misioneros han dejado huella en
nuestro estado y a la mayoría se les recuerda con cariño y afecto por su
entrega y dedicación.
El padre Luis Ruggera tiene algunas anécdotas
muy populares y conocidas por los viejos sudcalifornianos y algunos nuevos, la
de, “LA MOTO DIJO EL PADRE LUIS” es de las más conocidas, pero después de haber
recabado esta información se me hace que estaría fuera de lugar relatarla en
esta ocasión así que la anécdota la dejare para otro día.
gucci sunglasses uk
ResponderEliminarnew balance outlet
nike trainers
oakley sunglasses
nike air force 1
nike roshe run
michael kors outlet
ray ban sunglasses
rolex watches,rolex watches,swiss watches,watches for men,watches for women,omega watches,replica watches,rolex watches for sale,rolex replica,rolex watch,cartier watches,rolex submariner,fake rolex,rolex replica watches,replica rolex
cheap oakley sunglasses
toms outlet
lululemon outlet
christian louboutin shoes
oakley sunglasses
ralph lauren outlet
cheap oakley sunglasses
fitflops outlet
tory burch outlet
coach outlet online
air jordan 13
fitflops sale clearance
beats by dre
fitflops shoes
valentino shoes
chrome hearts outlet
fred perry polo
michael kors wallet sale
ralph lauren outlet
mulberry bags
mcm backpack
kobe shoes
cheap jordans
mulberry handbags
chrome hearts sunglasses
ralph lauren polo
20160718caihuali